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Cantando las excelencias: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

La Guía del aspirante a escuelas era una sección que se publicaba en El Magisterio Español¸ que era, según dice en la cabecera, el «Periódico de instrucción pública». Nos vamos al número 2251, de la época 4ª, año XXXIII, correspondiente al 18 de marzo de 1899 y en su segunda página, encontramos tal sección, y en ella encontramos Campo de Criptana, y en él encontramos cantadas sus excelencias a tener en cuenta para todos aquellos que quisiesen optar a una de sus plazas vacantes. Porque había una. Correspondía estas vacantes al concurso único de 1899, y hallamos el nombre de Campo de Criptana en la primera serie, que incluía las «Escuelas dotadas con sueldo igual ó superior a 500 pesetas». Por supuesto, tal información era de importancia extrema para los posibles candidatos a la plaza vacante, porque factores como las buenas comunicaciones y la situación de la economía podían inclinar la balanza en su favor o en su contra.

Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Campo de Criptana aparece en el número 5 de las localidades reseñadas. La plaza convocada era la de «auxiliaría de niñas» y estaba dotada con 625 pesetas. Pero veamos ahora la información que se da sobre la localidad:

Villa de 7.657 habitantes, á 6 kilómetros de Alcázar de San Juan, que es la cabeza del partido, con estación de ferrocarril en la línea de Madrid á Alicante y administración de correos. Coséchase vino abundante y muy estimado, fabricase (sic) ricos aguardientes y licores; tiene casinos, bastante comercio, fonda, farmacias, médicos, una librería, almacenes de tejidos, sedería, quincalla, etc., etc. se cobra bien; no tiene retribuciones de casa.

Y he aquí una gran ventaja de la plaza vacante: Que el pueblo tuviese estación de ferrocarril, y comercios, y casinos, y una librería, y médicos, y farmacias… y mucho más. Todo ello era indicio de una vida económica y social efervescente en la localidad. Sin embargo, según podemos comprobar en el mismo periódico de enseñanza El Magisterio Español, correspondiente al 10 de octubre de 1900 (p. 1453), la plaza seguía aún vacante más de un año después.

De todo un mucho: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Pero vamos ahora a un anuario casi contemporáneo, que es el Bailly-Baillière  de 1886, porque allí encontramos algunos de los datos que corroboran tal información, aunque con diferencias. Por ejemplo, la población que se da para Campo de Criptana des de 6.560 habitantes, algo más de mil menos que en la nota de El Magisterio Español. Se dice que se cosechaba «vino abundante y muy estimado», así como «ricos aguardientes y licores». Y así lo confirma el Bailly-Baillière, pues ofrece un capítulo dedicado a «Lagares de vino» bien nutrido de nombres: Juan Anglada, Ignacio Artiñano, Jesús Gómez y Cia, Marqués de Mudela, José Millán, Pablo Millán, Rafael Mitjabila, Mariano Olmedo, Ignacio Ortiz, José Vicente Ortiz, Santos Ortiz, Valentín Ortiz, Felipe Palmero, Patricio Utrilla y Pedro Villajos y Cia. Se dice que había casinos, y, en efecto, dos se citan en este anuario: El de la Concordia y el Primitivo. Una librería también se dice que había: Era la de Jacinto Cuadra. Comercios de todo tipo también había en Campo de Criptana, como los de Juan Casarrubios, Braulio González, Hilario Guía, Alfonso Gullón, Miguel Escribano, Ángel Luján, Santiago Millán, Antonio Gullón, Tarsicio de la Huerta y Andrés Perucho. Respecto a las fondas, no encontramos como tal el capítulo con este nombre, pero sí el de «Posadas», en el que se incluyen los nombres de Cristóbal Alverca (sic), Gregoria Molero y Leocadio Muñoz. Y vayamos ahora a las farmacias, porque al menos dos se registran: La del músico y farmacéutico Bernardo Gómez, y la de Carlos L. de Longoria. Y finalicemos con el capítulo de «médicos», en el que se citan tres: Fabián Tirado, Santiago Vallejo y José Joaquín Villacañas.

Y aquí acabamos el artículo de hoy, con la sospecha de que buena parte de la información sobre Campo de Criptana que se publicó en El Magisterio Español, procediese de este anuario o de otro similar de la época. Y curiosamente nos encontramos ante otra de esas piruetas del destino. Así, sin querer, finalizamos el artículo de hoy hablando del médico José Joaquín Villacañas, precisamente el mismo que puso punto y final al artículo de ayer. ¡Qué cosas más misteriosas!

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO