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Más cosas del ferrocarril: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Tiene que reconocer el que escribe que no se cansa de ocuparse del río Záncara y de todo lo que hay a su alrededor, de sus tierras, de sus campos, de sus parajes. A lo mejor es la nostalgia por el esplendor pasado de este río que brota en el que escribe, cuando lee textos de otros tiempos en los que se cuenta que el cauce de ese río atravesaba el término de Campo de Criptana rebosante de aguas… el cauce lleno de vida, pizpireto y alegre… las aguas cantarinas y cristalinas.
Recorrimos ayer su itinerario descrito en 1883, con sus molinos, sus presas, sus vados y sus pasos… y sus aguas abundantes. Y, ya de paso, nos salía a relucir de nuevo la vieja estación de Záncara, tan vieja que ya en la hoja correspondiente a Campo de Criptana en el mapa de España del Instituto Geográfico Nacional de 1886 aparecía como «Estación vieja». Tan vieja como eso… casi ciento treinta años que han sido suficientes para borrar del mapa tal instalación ferroviaria.
Estuvo esta estación, como ya alguna que otra vez hemos dicho, en término criptanense, ya pasado en dirección a Alicante el puente del ferrocarril sobre el rio Záncara. Estuvo esta estación ubicada en el punto kilométrico 168 del ferrocarril. Luego se trasladó a su actual ubicación, en término de Tomelloso: «Estación de Río Záncara», se llama hoy. Estuvo esta estación muy cerca del río Záncara, a poco menos de medio kilómetro a medio camino entre los parajes de la Rinconada y Las Perojilas. De ella ya hablamos en otras ocasión (véanse: La estación fantasma, Campo de Criptana 1886; y Allí donde confluyen Campo de Criptana, Pedro Muñoz y Tomelloso, Campo de Criptana 1900). Tuvo que ser en ella donde tuvo lugar un accidente ferroviario del que se hicieron eco varios periódicos, como La Correspondencia de España, año XIV, núm. 869, del viernes 18 de enero de 1861:
La locomotora de un tren de mercancías reventó hace pocos días al llegar á la estación de Záncara sin ocasionar ninguna desgracia personal.

Hacia la vieja estación: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Y La España, año XIV, núm. 4434, del mismo día:
Estallido. Al llegar á la estación de Záncara uno de los trenes de mercancías, reventó la caldera de la locomotora que le conducía. No sabemos que ocurriese desgracia alguna.
Es decir, que esta estación podía ser tan antigua como la de Criptana.
Otras cosas ya ocurrieron, seguramente, en la nueva estación, como el atraco que sufrió el tren en 1873, tal y como nos cuenta el periódico La Discusión, año XVIII, núm. 1320, del miércoles 5 de febrero de ese año:
Mientras en Záncara detenía una partida y robaba el tren procedente de Valencia y Alicante, otra partida le esperaba en Villacañas con igual objeto; y viendo al amanecer que no llegaba, penetraron en la estación telegráfica, rompieron los aparatos, cortaron después la vía y descarrilaron la máquina del tren de mercancías número 134. No tenemos por hoy más detalles sobre estos hechos.

Estación de Río Záncara: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Pero hay muchas historias más sobre aquella ya olvidada estación de ferrocarril que en otro tiempo estuvo en término de Campo de Criptana.
Poco tiempo estuvo aquella vieja estación allí. Muy pronto se la llevaron a otra ubicación. Fue en 1863. Se la llevaron tres kilómetros y medio más allá siguiendo la línea del ferrocarril, a un punto situado a medio camino entre los kilómetros 171 y 172, al sur del río Záncara y a 1.800 metros del paraje de la Cubeta y de Casasola, ya en término municipal de Tomelloso. Esta estación no siempre se llamó así. Fue su primer nombre «Estación de Záncara» y luego se cambió a «Estación de Río Záncara». Esto fue decisión de la Compañía de Madrid a Zaragoza y a Alicante. La estación era de su propiedad, pidió permiso en 1924 para el cambio de nombre y se le autorizó. La publicación de la autorización se publicó en El Financiero, año XXIV, del 29 de agosto de 1924.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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