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campo de criptana, Corresponsal, Cotidianeidad, Crónica, Cristo de Villajos, Ermita, Iglesia, Lanza, Llovizna, Padre Rodríguez, Periódico, Plaza Mayor, Primavera, Revolución Roja, Rutina, Santa Misión, Santuario, Teatro Cervantes, Templo
Y continuaba la Santa Misión en aquellos primeros días de mayo, días, como decíamos, de primavera florida y fina llovizna vespertina en Campo de Criptana. Continuaba el Padre Rodríguez en su particular Misión por toda España, en esa ocasión en Campo de Criptana. Nos lo contaba, como decíamos, una larga crónica que se publicó en el periódico Lanza del 10 de mayo de 1950.
Había habido discursos y sermones en la Plaza Mayor. Y hubo también misa, que se celebró en la nueva iglesia entonces en construcción… «la iglesia nueva, el templo que se construye en el mismo sitio donde estaba el que destruyó la Revolución Roja», nos dice el corresponsal. Se quedó la nueva iglesia pequeña, según la crónica, para tan gran cantidad de gente como allí había, y hubo quien tuvo que quedarse fuera. Y tanta gente había, que nos dice el corresponsal que la multitud llegaba hasta «el sitio donde está emplazado el Teatro Cervantes». Donde estaba y donde está el Teatro Cervantes, aunque el edificio de entonces, aquel de estética como salida de otros tiempos, como remanso del pasado en pleno centro de Campo de Criptana, ya no está. Hoy el edificio es otro, aunque su denominación es la misma, pero como coordenada geográfica sigue siendo válida para la ponderación del corresponsal.
Y por la tarde habría un acto excepcional, por raro, puesto que se traería al Cristo de Villajos desde su santuario, «desde su ermita a 8 kilómetros de esta población», nos dice el corresponsal. A lo mejor es algo exagerada la distancia que da el corresponsal… 8 kilómetros parece mucho. O hay una errata, en lugar de 5, o hay un énfasis en alabar el esfuerzo de los fieles al portar la imagen en una distancia tan larga que, como todo criptanense sabrá (y como puede comprobar todo aquel que vaya a un mapa fiable y calcule la distancia).
Y así, con este acto llegamos al final de la Santa Misión del Padre Rodríguez en Campo de Criptana, allá por comienzos del mes de mayo de 1950. Después volvería la vida criptanense a su rutina, bendita rutina de la cotidianeidad, del lento transcurrir del tiempo día a día, semana a semana, mes a mes, año a año.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO