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Tenía gran difusión el periódico El Correo Español, del que nos venimos ocupando en los días anteriores, tanto de sus noticias como de sus lectores criptanenses, en Campo de Criptana. Y es más… podríamos decir que sus lectores eran fervientes y que, en muchos casos, a la vez eran corresponsales ocasionales de los acontecimientos de la sociedad criptanense. En los artículos anteriores nos hemos ocupado del elenco de lectores de este periódico que podríamos definir como «carlistas», no tanto como lectores del periódico, sino porque normalmente aparecen en noticias vinculadas a personajes relevantes del Carlismo de la época. Pero hay mucho más. Había otros lectores que posiblemente no tenían estas inclinaciones políticas pero su pensamiento coincidía con la línea editorial tradicionalista de este periódico.
Hoy nos ocuparemos de un extenso artículo que se publicó hace 98 años, en el número 9518, año XXXII, del miércoles 10 de septiembre de 1919. El artículo, titulado «Entronizacion del Sagrado Corazón de Jesús» había sido enviado desde Campo de Criptana en agosto, y estaba firmado por Julia de Lampérez. Iremos desgranando, poco a poco, lo que nos cuenta este artículo, interesante sin duda, por la visión vivaz que nos proporciona de un acontecimiento de aquel tiempo tan lejano. El texto publicado por el periódico es largo, y por ello sobrepasa su materia con mucho la capacidad del presente artículo que estamos escribiendo ahora. Es por ello que el que escribe, como ha hecho en muchas otras ocasiones, ha decidido desgranar hoy una parte y dejar para mañana la otra. Nos ocuparemos hoy de dos cuestiones que se abordan en el texto de la corresponsal criptanense. En primer lugar qué se celebró, cuándo fue y dónde; en segundo lugar reproduciremos la descripción del dónde. Dejaremos para la mañana la preparación y disposición del acto, su transcurso, y el colofón.
El qué, el cuándo y el dónde
A estas tres preguntas responde el primer párrafo del artículo, que dice así:
El domingo pasado, en la casa de Bautista Violero, artesano acomodado de los muchos que aquí se encuentran, presencié una fiesta de esas que arraigan en la memoria por la dulce impresión que dejan en el espíritu.
La casa
Seguidamente, la improvisada corresponsal pasa a describir la casa, y lo hace con gran detalle, dando cuenta de la imagen de la que podría ser una casa manchega de la época que, seguramente, debía de ser muy abundante en la época:
La casa, que por lo cómoda y espaciosa sería deseada en Madrid por muchos de la llamada «clase media», con sus amplias habitaciones en la planta baja para el verano y las del principal para el invierno, no le falta el característico patio, que con sus macetas bien cuidadas y sus pájaros, queda completa con un hermoso toldo que, al correrlo, si bien quita la entrada a este espléndido sol, que tanto quema… deja paso a una luz un ambiente que hacen olvidar el tan justamente reconocido «calor manchego».
Hata aquí llegamos hoy en lo que se refiere al texto publicado en el periódico.
Y digamos ahora unas palabras sobre la ocasional corresponsal Julia Lampérez. No sabemos si podemos identificarla con la señora del mismo nombre que dos años antes había presentado una denuncia en la Comisaría del Distrito Centro de Madrid por un atraco en el que se la había robado el bolso que contenía un resguardo del Banco de España (La Época, del domingo 9 de septiembre de 1917). También encontramos el mismo nombre en la víctima de una brutal agresión, aunque, dada la fecha, puede que se refiera al mismo suceso anterior (El Correo Español, del 14 de septiembre de 1917). Años después, Julia Lampérez pagó un reparto de comidas a los pobres en la Iglesia de San Sebastián. Del acontecimiento se publicó una fotografía titulada «El ejercicio de la caridad» en el periódico La Acción, del 29 de febrero de 1924. Creemos que podemos identificar a la autora de la nota enviada al periódico con la protagonista de estas tres noticias citadas. Probablemente estaba de paso en Campo de Criptana y tuvo la oportunidad de asistir a tal acto y dar cuenta de él por escrito.
Continuaremos pues, tal y como se ha dicho, en el artículo de mañana.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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