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Altar, Artículo, Bautista Violero, campo de criptana, Comunión, El Correo Español, Entronización, Himno, Incienso, Julia de Lampérez, Oración, Patio, Periódico, Sacerdote, Sagrado Corazón de Jesús, Tapiz de Damasco
Veíamos ayer la primera parte de una extensa nota que se publicó en el periódico El Correo Español, núm. 9518, año XXXII, del miércoles 10 de septiembre de 1919 (véase: La entronización del Sagrado Corazón de Jesús, Campo de Criptana 1919, I). La nota tenía por título «Entronización del Sagrado Corazón de Jesús» y había sido enviado desde Campo de Criptana en agosto por Julia de Lampérez, que, como veíamos ayer, seguramente no era criptanense y estaba de paso en la localidad. Contaba el artículo cómo en el patio de la casa del criptanense Bautista Violero se celebró una ceremonia de entronización del Sagrado Corazón por algunas familias de la localidad. Describía Lampérez con todo detalle el patio de la casa, escenario del acontecimiento, y lo describía con gran vivacidad, y con gran despliegue de detalles… un patio manchego con toldo, de una casa también manchega.
Continuamos hoy tratando sobre aquella nota ocupándonos de la descripción que hace Julia de Lampérez sobre la preparación y disposición del acto y cómo transcurrió. Al final incluimos el colofón del artículo que, a decir verdad, desmerece considerablemente al resto del texto. Veamos pues lo que sigue en el artículo de Lampérez:
La preparación y disposición del acto
Y ya estamos situados. Conocemos el día, el lugar y, no sólo eso, también como era éste, es decir la casa. La corresponsal nos la ha descrito detalladamente, tanto que parece que la estamos viendo, tanto que parece que presenciamos cómo el sol se cuela entre las rendijas de ese toldo. Y ahora describe el acto solemne que allí tuvo lugar:
En este patio, en el que van todos los amores, se iba a celebrar la fiesta principal de la tarde, de las veinte familias que habían recibido por la mañana la Sagrada Comunión para hacer la entronización del Sagrado Corazón en sus hogares; se levantó un altar, lleno de luces y flores, que tenia por fondo un tapiz de Damasco, en el que campeaba la Sagrada imagen del «Rey de la Casa», rodeado por las diez y nueve estampas de las otras familias.
El transcurso
Y por fin se hizo el acto, y así nos cuenta la corresponsal su desarrollo:
Se hizo la entronización solemnísima; la plática del sacerdote, sencilla y muy clara para los oyentes; las oraciones, repetidas por todos, y el himno,… como siempre, hermoso, se cantó con tantos entusiasmos, que subió, como incienso, a las auturas (sic, por «alturas»).
El colofón
Y ya llega el final del artículo, debiendo por nuestra parte lamentar que la corresponsal, tan prolija en explicaciones sobre la casa y la disposición del acto, haya sido tan parca en la descripción de su transcurso, y nos haya proporcionado tan pocos datos. El colofón del artículo no aporta mucha información adicional. Dice así:
Es de ver en estos hombres que no pueden ser responsables de lo que no saben, puesto que no se lo enseñaron, con qué facilidad responden al llamamiento…
Créanme, que si los que pueden y deben los llaman con caridad y amor, la mayor parte les responderán con gratitud y afán de aprender.
Y aquí acaba el artículo de Julia de Lampérez sobre una ceremonia religiosa celebrada en un patio criptanense un caluroso día de agosto de 1919. En el artículo de mañana daremos algunos detalles adicionales sobre el propietario de la casa, Bautista Violero.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO