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Tiene Campo de Criptana paisajes inesperados. Tiene llanos,tiene cerros, tiene sierras, tiene lomas, tiene pequeños valles, y vertientes, y tiene, también, altos. Son altos inesperados, altos que se encuentran al final del ascenso de una pendiente, allí donde parece no encontrarse nunca el final por mucho que uno ascienda el camino, por mucho que uno recorra… siempre aparece más tierra, y más campo, y de vez en cuando un árbol aquí y otro allá, o muchos a lo mejor. Esto es porque tiene Campo de Criptana paisajes inesperados.

Dejando las últimas casas de Campo de Criptana: Dibujo de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
En uno de esos raros días en los que el que esto escribe se decide a tomar una bicicleta, de paseo, claro está, con cesta, si puede ser… en uno de esos raros días encuentra el que escribe esos paisajes. Fue un día de primavera, no de este año. A lo mejor fue del año pasado. No lo recuerdo ahora. Fue una mañana de primavera, una mañana de abril.

Por el camino: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Salió el que escribe de Campo de Criptana y lo hizo por el Camino del Pico, entre eras abandonadas al principio, luego entre campos, un camino que sube y baja, una llanura de horizontes indescifrables. Transcurre el camino entre alturas y aparece alguna casa allí y otra aquí…, pocas, pero casas al fin y al cabo. Dejarás caminante, o viajero, el paraje de la Casa de las Pozas a la derecha, y continuarás, y dejarás los lugares de Pozo Pico y de Tribaldos a la izquierda.
Si sigues el camino, caminante, llegarás a la carretera de Alcázar de San Juan a Quintanar de la Orden. Pero no hace falta ir tan lejos. Una vez recorridos unos 2.400 metros desde que dejaste atrás las últimas casas criptanenses, tendrás que dejar este camino, y continuar por un desvío, y pasarás junto a una cantera de grava abandonada. Sigue y llegarás a un cruce. Allí está el Pozo del Pico. Aquí comienza realmente el camino que nos llevará a los altos. Es un camino de subida, si vienes desde el Pozo del Pico, y de mucha subida. Y cuanto más subas, caminante, o viajero, más extensa te irá pareciendo la llanura. Y estarás en un lugar indefinido, entre los parajes de El Molino y la Sierra del Águila. Más o menos estarás por allí a unos 750-760 metros sobre el nivel del mar; y la llanura que tienes ante tus ojos, allí abajo, está a 714. He aquí el desnivel, he aquí por qué este lugar es un alto, casi como un palco de un gran teatro que es el paisaje criptanense.

Desde los altos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Todo ha cambiado en el entorno. Comenzó el paseo entre viñedos y trigales; nos encontramos ahora entre olivos, y muchos almendros caídos como por casualidad por aquí y por allí. Llegarás, siguiendo el camino, a un cruce. Ya no hace falta seguir más allí. Es hora de iniciar el retorno a Campo de Criptana. Hemos ascendido hasta ahora; llega la hora de descender. Toma, caminante, o viajero, el Camino de Quero, y descenderás, y descenderás, en un descenso casi interminable hasta la CM-3015, o carretera de Criptana al Cristo de Villajos.
Pero, caminante, o viajero, antes de tomar el camino de descenso, detente un momento y observa el paisaje, mira a Criptana, allí al fondo, mira sus molinos que parecen asomarse tras las colinas, mira sus llanuras. Detente, caminante, un momento, y contempla, y piensa cuán fugaz es todo, cuán fugaz es ese momento, cuán fugaz es la vida, cuán fugaces somos todos, cuán fugaz eres tú… o, como se diría en otros tiempos ya olvidados, memento mori.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
Los momentos en que el cronista deja de serlo y abandona sucesos, acontecimientos, personajes y datos para refugiarse en un remanso de paz, de tranquilidad, de contacto con la naturaleza en versión tan apacible y sorprendente, tan desconocida cuando no despreciada, me parecen tan sinceros y profundos, tan deslumbrantes en su misma sencillez, que resultan reconfortantes porque van al fondo de la reflexión, a la sustancia misma de la vida. Sin rima, pero son poesía. Son el germen de lo que luego se plasma en dibujos, pintura, fotografía, expresión de una sensibilidad envidiable. Gracias por el regalo.