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La Huerta del Bajo en julio: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (1992)

Todos los caminos tienen un destino. Son, más o menos, como los ríos, y como los arroyos, y como cualquier hilillo de agua que tenga su discreto cauce sobre la tierra… todos ellos van, de una manera u otra, a parar al mar. Son muchos los caminos cuyos destinos han caído en el olvido. O, por decirlo de otra manera, caminos que en otro tiempo tuvieron un destino han sido suplantados por carreteras, y así, han quedado tales caminos para recorridos menores, para quienes tienen sus tierras y propiedades junto a ellos, o para quienes tienen ganas de ir a dar un paseo, a pie o en bicicleta. Uno de estos caminos es el que en otros tiempos iba, y aún hoy va (aunque la carretera le haya quitado el puesto) desde Campo de Criptana a Quintanar de la Orden. Así aparece tal camino en el Mapa del Instituto Geográfico Nacional de 1886, «Camino de Campo de Criptana a Quintanar de la Orden».

Huerta del Bajo en invierno: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (1995)

Posiblemente, así por el nombre, a muchos lectores les costará trabajo identificarlo, pero no es otro que el que hoy lleva a la llamada «Huerta del Bajo». Ya encontramos el paraje señalado en el citado mapa de 1886, como «Casa del Bajo», y junto a tal leyenda, encontramos «Pozo», referido, sin duda, al que de arquitectura medieval existe allí. Ya sería huerta en aquel tiempo, seguramente, pues aparece en el mapa rodeado por una mancha verde.

Huerta del Bajo en invierno: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (1999)

Pasa el camino junto a la Huerta del bajo haciendo un pequeño vallecillo flanqueado por árboles, y continúa hacia el norte. Cruza el camino de Alcázar de San Juan a El Toboso y, un poco más allá, confluye con el camino de Alcázar de San Juan a Quintanar de la Orden. Es ante este mapa, precisamente, cuando se puede comprender cómo era la red de comunicaciones más antigua del término criptanense, cómo los caminos con destinos a los pueblos adyacentes se cruzan entre ellos. Cada destino… un pueblo, y cada pueblo un camino.

Huerta del Bajo: Pastel al aceite de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Un poco más allá de la Huerta del Bajo, paraje de paisaje que tiene mucho de indómito, de naturaleza viva, penumbra arbolada en la que se respira paz incluso observándola desde lejos. Hay unos pinos retorcidos en la ladera que conforman un auténtico prodigio de la naturaleza, y entre ellos hay enormes grietas en las piedras y en la tierra. Hay de todo en el paraje, hay caminos con recodos, hay caminos con sorpresas, hay tapias de piedra que circundan al paraje, hay una casa pizpireta y hay, en fin, una conformación del paisaje única en el término de Campo de Criptana.

Y quizá por todo esto, y aún sin saber que este camino llevaba a Quintanar de la Orden, hace muchos años pinté tal paraje, y lo pinté muchas veces, porque, como he dicho, es algo único en el paisaje. No puedo ocultar tales preferencias por lugares como éste. Los árboles lo explican. A lo mejor algún día tomo el camino y llego a Quintanar de la Orden; a lo mejor no, pues parece que cae algo lejos el destino. Pero si no llegamos allí al menos sí nos podemos acercar al Pozo del Charco, un poco más allá en el camino y en un desvío que parte hacia la derecha rumbo al Camino de Serrano. Pero, incluso desde lejos, podrás ver allá al fondo, entre colinas, la arboleda de la Huerta del Bajo. Ésta es la referencia de aquel paisaje, lo imprescindible, lo que da el sentido al paraje.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO