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Como resultó un tanto brusco el final del artículo de ayer, que viene a ser también el final de la excursión por parajes campestres de un día de mediados de septiembre, excursión en bicicleta las más de las veces, otras a pie, ha considerado oportuno el que escribe poner la puntilla con este epílogo.

Molino de Crespo: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Hemos recorrido muchos caminos, la mayor parte de ellos viejos, muy anteriores a la construcción de las nuevas carreteras. En esto, como ya he dicho en otras ocasiones, uno se siente parte de la historia, parte de la tradición, de la rutina de otros siglos, cuando estos caminos comunicaban pueblos con pueblos. Hemos llegado a cruces, hemos tomado decisiones, por dónde ir y por dónde no ir. Primero el Carril de los Ladrones, nombre que ya encontramos para este camino en el mapa del Instituto Geográfico Nacional de 1886, aunque, reconozco, siempre lo he conocido como «Camino de los Coceros». Luego hemos seguido el Camino de Campo de Criptana a Socuéllamos, hasta el cruce con el Camino de Argamasilla de Alba a El Toboso. Tomamos allí una decisión, y seguimos este camino en dirección sur, hacia el puente sobre el ferrocarril, a poca distancia del lugar que ocupó en otros tiempos la Estación de Arenales. Pero ¿y si hubiésemos tomado otra decisión? ¿Y si hubiésemos seguido el Camino de Campo de Criptana a Socuéllamos?

Entre viñedos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
He aquí una excursión alternativa. Habríamos rebasado el cruce. Habríamos dejado detrás la Casa de Palmero, y los verdes y alegres viñedos emparrados que cubren sus tierras. Y habríamos seguido, y dejaríamos atrás, a la izquierda, la llamada «Casa de Infantes». Hoy es todo aquel paraje viñedo interminable; en otros tiempos hubo también mucha siembra, pero de esto hace ya mucho, tanto que ni el paisaje lo recuerda. El Camino nos lleva a los límites con el término municipal de Pedro Muñoz. Ya estamos cerca. Pero antes encontraremos junto al camino un lugar marcado en el plano de 1886 con un punto rojo y con la leyenda «Chozo», y un poco más allá el Cocedero de Isidora. En el lado izquierdo del camino está el paraje de Cerro Morante, pero esta denominación no aparece en los mapas viejos, sino en los modernos. Y del mismo modo el paraje situado a la derecha del camino tiene un nombre que no está en los mapas viejos pero sí en los modernos, Huerta de las Sopas.

El mar de viñedos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Cruzamos ya el límite con Pedro Muñoz. La excursión se está alargando mucho, a lo mejor más de lo previsto. Pero ya que estamos aquí lo oportuno será, quizá, seguir hasta el río. Y seguimos entre viñedos. El paisaje no se cansa de viñedos, ni el paseante de verlos. Es visión que reconforta y refresca. Y ya estamos en Pedro Muñoz, y, continuando el camino, dejamos a la derecha el Corral de la Morena. Este nombre aparece en el mapa de 1886, pero no en los modernos. El camino va a parar a otro cruce. En él confluye con el Carril de la Cubeta, que transcurre paralelo al río, y con el Camino del Molino de Crespo, que lleva directamente a Pedro Muñoz. En este cruce se halla el Molino de Crespo, que da también nombre al paraje. Hacia el sur, un pequeño camino se dirige hacia el río para cruzarlo por un vado.
Tomando el Carril de la Cubeta hacia el término criptanense, iremos junto al río Záncara. Hoy es un cauce estrecho, sin agua. En otros tiempos era un cauce, también estrecho, pero con tendencia a inundar las tierras anejas. Ya en término de Campo de Criptana el camino sigue de cerca el río. Al poco se encuentra con el Camino a la Cana y, allí, mismo se cruza con el ferrocarril en un lugar situado entre los puntos kilométricos 166 y 167. Desde el Carril de la Cubeta se podía contemplar allá por finales de la década de los 50 del siglo XIX la vieja estación de Záncara, la que luego se abandonó para ser trasladada a su ubicación actual. Allí debieron quedar ruinas por algún tiempo. Hoy a lo mejor ya no queda nada y nada hay consignado en este lugar en los mapas modernos. El recuerdo se encuentra en el mapa del Instituto Geográfico Nacional de 1886. En él encontramos un punto rojo junto a la línea férrea, en el kilómetro 168, y al lado la leyenda «Estación vieja (casa)».

Molino de Crespo: Acuarela de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Si queremos volver a Criptana, que ya va siendo hora, no tenemos más que seguir desde este cruce el Camino de Carralero. La Casa de Vicente Beamud, la Casa de Manuel Quiñones, la Casa de Manolito Amores, la Casa de Ignacio Rijas, y un poco más allá el Cocedero del Porro… son lugares que habríamos ido encontrando a un lado y otro del camino que corre en paralelo a poca distancia de la línea del ferrocarril, si hubiésemos hecho tal recorrido allá por 1886.
Y en éstas, estamos ya de vuelta en el Camino de Argamasilla de Alba a El Toboso. No tenemos más que retomar el itinerario real en este punto, y continuar hacia el sur, hacia la carretera de Criptana a Arenales. El día está claro, la luz es ya casi la del otoño. Doce del mediodía, hora de la cotidianeidad, hora en que parece no pasar nada, en que parece que el tiempo se detiene por un instante. Es hora de volver.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO