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Más y más viñedos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Excursiones reales contamos hace unos días; ahora estamos contando paseos, o excursiones, irreales, excursiones que podríamos haber hecho pero que no hicimos, caminos que podríamos haber elegido pero que no elegimos, destinos posibles que, después de pensarlo mucho, descartamos. Como en la vida misma, la excursión también está condicionada por las decisiones, en una dirección o en otra.

Y de nuevo, como en días anteriores, relataremos una excursión no realizada a mediados de septiembre de 2017, pero con un mapa de 1886 en la mano. No repetiremos aquí los detalles de los orígenes de esta excursión, ni de sus primeros pasos, ni de las primeras decisiones. Nos situaremos en el cruce que la marcó, en el que hubo que decidir por dónde seguir. Este cruce es aquel en el que confluyen el Camino de Socuéllamos y el Camino de Argamasilla de Alba a El Toboso. En la excursión decidimos tomar este camino hacia el sur, hacia el ferrocarril; en la excursión imaginaria tomamos primero la decisión de continuar por el de Socuéllamos, hasta el Molino de Crespo, ya en término de Pedro Muñoz, junto al río Záncara; ayer, en un recorrido alternativo, seguíamos por el camino de Argamasilla a El Toboso hacia el norte, hacia este último pueblo. Y llegábamos a la carretera N-420, y veíamos que hubo en otros tiempos, y hay hoy, aunque algo relegados al olvido, tres caminos para ir de Campo de Criptana a Pedro Muñoz.

Y más viñedos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Y ahí nos quedamos en el artículo de ayer. Continuaremos hacia el norte. Estamos en tierras de viñedos, muchos viñedos que tiñen toda la llanura de verde en estos días de mediados de septiembre. Pero la luz ya no es la misma que veíamos más al sur; aquí el paisaje se tiñe, casi sin quererlo, de un cierto misterio. Hay, realmente, un cambio de atmósfera, a un lado de la carretera N-420 y al otro. Pero sigamos el camino con el mapa en la mano.

Cerca de la Casa de la Bóveda: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Hasta ahora hemos tenido que enfrentarnos a cruces de caminos. Ahora se multiplicarán y a un tres por dos en nuestro camino se irán cruzando otros, unos más importantes, otros menos, pero todos caminos al fin y al cabo. Y así, siguiendo hacia el norte y una vez pasado el Camino Viejo de Campo de Criptana a Pedro Muñoz, nos cruzaremos con el Camino de las Bataneras y al poco como el Camino de la Casa de la Bóveda. Pero no nos dejaremos embelesar por cantos de caminos y seguiremos el nuestro. En esto de los caminos también hay que ser consistente y resistirse a las tentaciones. Si por uno fuera, uno lo reconoce así (porque es una de sus debilidades) uno tomaría cada uno de los caminos que van surgiendo solo por la curiosidad de ver adónde llevan, qué hay al final, cómo será el paisaje…. Pero uno tiene fuerza de voluntad y uno resiste y persiste en su camino.

Desde Las Colinas: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2017)

Y seguimos hacia el norte. Y cruzamos otro pequeño camino para el que no vemos nombre en el mapa. Sí tiene nombre una de las casas que encontraremos a nuestro paso, la Casa de Parrillas. Y allí, un poco más a lo lejos, pero tampoco mucho, se encuentra la Casa de la Bóveda, con su pozo. Y seguimos, y más caminos se cruzan en el nuestro. Ahora es el de Casa Sola. Y al poco llegamos la Camino de Campo de Criptana a la Mota del Cuervo, o «Camino de la Mota». El paisaje sigue siendo de viñedos, viñedos y viñedos pero allí, podemos ya ver allí al fondo, recortada su silueta sobre el horizonte, la ermita de Santa Ana, santas ruinas, ya en término de El Toboso, ya en la provincia de Toledo.

Pero a lo mejor es bueno dejar aquí el relato hoy, porque se está alargando mucho. Mañana continuaremos.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO