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Nos quedábamos en el paseo de ayer en el cruce del Camino de Alcázar de San Juan a Socuéllamos con la carretera de Nieva, antes, hace mucho, Camino de Nieva. Estamos más o menos a la altura del kilómetro 12 de esta carretera, y tenemos cerca, si miramos al norte, una pequeña puerta a ras de suelo con una elevación de tierra sobre ella. Es rara composición, ajena al paisaje. No es cocero, no es casa, no tiene arbolete, no tiene cinta azul ni paredes blancas, no tiene la alegría del paisaje. Es la puerta del Polvorín, ajena completamente a la realidad de lo que lo rodea, aunque el paisaje que lo rodea ha acabado por tomar su nombre, El Polvorín. Por supuesto, y como era de esperar, en el mapa de 1886 no aparece tal denominación. Es curioso observar cuán rápidamente se transponen los nombres de un lugar específico a su paraje, y en qué poco tiempo.

La carretera de Nieva tiene un nombre oficial, que es CM-3105. Esto de los números será muy práctico desde el punto de vista administrativo, pero en la vida cotidiana despista mucho al viajero que no se fija mucho en estas cosas y sigue su camino extasiado por las maravillas de los paisajes y por las nubes en el cielo. Todo caminante mira al cielo y busca formas conocidas en las nubes. ¿Quién no ha visto la forma de un animal cualqujiera emerger entre las nubes? ¿O a lo mejor también una cara conocida? En esto la imaginación es libre y cada uno ve en las nubes lo que le da la gana… y no hay discusión posible.

Mirando hacia Nieva: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Estamos en este punto, hay que recordarlo, ya en el término de Alcázar de San Juan. Lo hemos cruzado hace poco, muy poco. El Camino de Alcázar de San Juan a Socuéllamos sigue hacia Alcázar, en dirección noroeste, y deja al norte el paraje de El Polvorín, y al sur el de El Quintano. Si algo caracteriza a estos parajes es la compleja maraña de caminos que se cruzan en todas direcciones. En este caso, la red de caminos y carriles no tiene nada que ver con los que parten o llegan a Campo de Criptana y se extienden según se van alejando en forma de tela de araña. En El Quintano no ocurre esto, quizá porque abundan mucho más las casas de campo, y coceros, con su arbolete, y su cinta azul. Verás, caminante, si miras hacia el sur, la Casa de Quintano, y más allá el Cocedero de Nieva; y hacia el oeste verás la Casa de Montserrat, y la de Gumersindo. Pero hay más, muchas más que no viene a cuento citar aquí.

Y ya, aquí en el kilómetro 12, a lo mejor es hora de cambiar el rumbo, y dirigirnos hacia Campo de Criptana. Seguiremos la Carretera de Nieva siendo muy conscientes de que nuestro itinerario real recorre el viejo Camino de Nieva, y eso, quiérase o no, nos imbrica en la historia, y nos lleva por viejos derroteros ya trillados por muchas generaciones anteriores a la nuestra.

Criptana… desde lejos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

La carretera nos llevará por una llanura. Allí al final, no muy lejos vemos la loma, con Campo de Criptana al pie, coronada por los molinos. Campo de Nieva a la derecha, y más allá Cañada Combral, son algunos de los parajes que vamos atravesando; y a la izquierda el de la Casa de Silvino, y el de Golpeaderos. Miremos de nuevo a la derecha: Llegamos al Cerro Vega, y a la izquierda al lugar de Doña Ana, así, y más allá el Alto de Manzanares. Esta carretera es de paisaje limpio, sin sorpresas.

Podríamos llegar a Criptana, pero a lo mejor no lo hacemos. Llegar significaría concluir esta excursión irrealizada, este paseo imaginario, y no queremos esto. A lo mejor tomamos el cruce menos pensado y cambiamos el rumbo, y vamos hacia otros parajes rodeando Campo de Criptana. Haremos quizá una circunvalación, aunque, hay que reconocerlo no es fácil. Todos los caminos principales parten de Criptana o llegan a ella en forma radial, pero hay pocos, muy pocos caminos que rodeen a Criptana, una especie de M-40 o de M-50 madrileñas pero en forma de camino o de carril… criptanense.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO