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Nos ocupamos hoy de otra crónica sobre el affaire «Chico de Criptana», nombre artístico que se puso circunstancialmente quien allá por mediados del mes de julio de 1923 ostentaba el cargo de gobernador de la provincia de Palencia. La noticia que traíamos ayer se publicó en el periódico El Correo de la Mañana, del 17 de julio de 1923. La que traemos hoy se publicó en el mismo día, pero en el periódico La Crónica Meridional, año LXIV, núm. 20518.

¿Qué era lo más importante de esta historia? ¿El hecho de que un gobernador se hubiese metido a torero? ¿O el hecho de que hubiese sido cesado por ello? Es esto último, precisamente, lo que más llamaba la atención a la prensa de la época, puesto que, para la mayor parte de los corresponsales, el hecho de ser aficionado a la fiesta taurina no entorpecía la labor de gobernador. Esto precisamente encontramos en la noticia del periódico La Crónica Meridional, que viene firmada por un tal «EQUIS». Veamos qué nos dice su escrito, con algunos errores incluidos:

Es el primer caso que se dá, o por lo menos yo no recuerdo otro igual.

El dejar cesante a un Gobernador civil por ser estremadamente aficionado a la fiesta taurina; eso le ha ocurrido al de Palencia.

Ya sabrán los lectores, porque se ha publicado en la Sección telegráfica, que ese Gobernador civil es el señor Beillo (sic, por «Baillo»)  el que ha tomado parte en una novillada aplicándose el «mote» de «El niño Criptana» (sic, por «El Chico de Criptana») y además acabó con la res que le pertenecía, como un «Machaquito».

¡Olé las autoridades civiles de esta clase!

El señor Beillo (sic, por «Baillo») se diría: Don Luis Mazzantini fué primero matador de toros y luego Gobernador civil; pues yo quiero ser las cosas a la vez.

Pero no contaba que al duque de Almodóvar del Valle, su superior, le ha caído muy mal el caprichito del ya citado Beillo (sic, por «Baillo») y le ha mandado a que «tome la alternativa».

A diferencia del artículo de ayer, éste nos da el apellido del gobernador aunque erróneo y nos aporta un dato: La res toreada era de su propia ganadería. El duque de Almodóvar del Valle no es otro que Martín Rosales y Martel (1872-1931). Fue diputado a Cortes , alcalde de Madrid, ministro de fomento y era Ministro de Gobernación en el tiempo en que tuvo lugar la novillada del «Chico de Criptana». Fue él quien ordenó su cese como gobernador.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO