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La faena del gobernador de Palencia como torero, «El Chico de Criptana», allá por mediados de julio de 1923 tuvo su eco en multitud de noticias publicadas en diversos periódicos del país, y también del extranjero. Naturalmente, también la prensa de Palencia se hizo eco del asunto, y así, El Día de Palencia, año XXXIV, 2ª época, del jueves 19 de julio de 1923, también publicó su correspondiente crónica, titulada «La política y la tauromaquia». Y dice así:

Un diputado quiso distraer a sus compañeros de Congreso con la lectura de unas páginas donde el Chico de Criptana era presentado como una esperanza del arte de Cúchares. El auditorio no se explicó al principio por qué se le leían aquellos recortes de un periódico provinciano;  mas una vez puesta la cosa en claro debió explicárselo menos.

Resulta que el Chico de Criptana, tan diestro con el capote en la mano, tan competente y afortunado en verónicas y faroles, es el propio gobernador civil de Palencia, el cual ha dejado demostradas sus facultades y aptitudes en una becerrada celebrada recientemente en la capital de su feudo.

Nos sorprende que el diputado le hayan parecido mal los lances del Chico de Criptana. A nosotros, entre que un gobernador civil toree a unos becerros o a sus gobernados (y de esto último se dan casos todos los días) nos parece mucho más tolerable lo primero.

Además, es de tener en cuenta una alarmante, y es lo aburrido que debe de pasarlo en su feudo el señor gobernador civil de Palencia.

Envíelo el Gobierno a San Sebastián, y ya verán ustedes cómo no se le ocurre dedicarse a esta clase de juegos, o a Barcelona; donde las preocupaciones del problema social no le dejarían ni dormir.

Pero… ¿qué quieren ustedes que haga un gobernador civil de Palencia, que además no será de Palencia, con estos calores y en una provincia tan tranquila? ¿Jugar al fútbol o al polo? ¿Jugar… a cualquier otra cosa.

El hombre, en trance de buscarse un entretenimiento, ha optado por lo más castizo, lo más nacional, lo más adecuado para un gobernador y hasta para un gobernante español: jugar al toro. Pero como ya no es una criatura, aunque le hayan llamado «el Chico de Criptana», sus toros han sido de carne, y no de mimbre o de cartón. De carne, sí, aunque modestos becerros.

Esto, si realmente el gobernador de Palencia tiene sangre torera, es lo que más le habrá contrariado. Es lo único que no estuvo a la altura de su autoridad. Unos miuras habrían estado más indicados.

Y hasta aquí la crónica sobre el affaire de «El Chico de Criptana». Obsérvese la ironía desplegada a raudales, obsérvense las finas críticas a la política y, sobre todo, obsérvese la comparación entre la política y la tauromaquia. Al final, todo es cosa de torear, a la ciudadanía en la primera, y a los toros en la segunda.

Y en el mismo número de este periódico, pero en otra página, en la página de «Sociedad» se recoge una nota titulada «La familia del señor Baíllo», que dice así:

Anoche, en el correo ascendente de Santander regresó a la Corte, con sus hijos, la distinguida esposa del gobernador civil que fué de esta provincia, don Ramón Baíllo.

En la estación, la despidieron el secretario del Gobierno, Sr. Barroso, y la mayoría del personal del citado centro oficial.

Esta noche, o mañana a más tardar, llegará a Palencia, para despedirse de sus amigos particulares y políticos, el Señor Baíllo.

Y aquí dejamos la historia de hoy, un capítulo más sobre la breve historia del gobernador de Palencia como torero, «El Chico de Criptana»… historia en dos capítulos, con los hechos y las consecuencias por una parte, y la partida de Palencia por la otra. Y otro gobernador llegó a ocupar su puesto.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO