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Allá por mediados de julio de 1899 alguien escribió una carta y la dirigió al gobierno. Alguien escribió una carta, quizá un criptanense, podríamos suponer, pero no asegurar, puesto que carece de firma ni de cualquier otro dato que nos permita hacer tal información. Hay algo evidente: Quien escribió esta carta conocía muy bien la legislación de su época y estaba muy al corriente de la situación política que se vivía en Campo de Criptana y en la provincia de Ciudad Real en aquel tiempo. Era, seguramente, un criptanense.

Desde Criptana… una carta: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

La carta iba dirigida a los «Sres. Dato y Durán y Bas» y se publicó. Fue en el periódico El Día, año XX, núm. 6.859, del viernes 14 de julio de 1899. Es su texto una jugosa crónica, clarividente retrato de la situación política de la época, en un pueblo, en una provincia y también en toda España. La reproduciremos literalmente, pues merece la pena hacerlo así, tanto por su contenido, interesante para la historia de Campo de Criptana en aquel tiempo, como por su valor como testimonio epistolar de aquella época, carta bien escrita que hoy sería muy difícil de encontrar, carta con vocación de crónica que a poco estuvo de serlo. ¿Dónde acaba la carta y dónde empieza la crónica? Es ésta una pregunta de difícil respuesta en este caso. Pero que el lector juzgue. Y como la carta (o crónica) es muy larga, la dividiremos, como suele ser habitual que hagamos en estos casos, en partes, limitándonos hoy a la parte introductoria, la que pone al lector en antecedentes de la situación, la que dibuja a grandes rasgos a modo de esbozo aspectos de la situación política de la época. Pero téngase en cuenta que como todo aquello en lo que está envuelta la política cabe siempre un caveat… ¿dónde acaba realidad y dónde comienza la opinión? Sería imposible decirlo. Y de nuevo, que el lector juzgue y saque sus conclusiones, que en esto ya el que esto escribe ni entra ni sale. He aquí, por fin, el texto:

Hace algunos días que tenía pensada esta carta y a punto estuve de escribirla, pero teniendo presente el maremagnum del Congreso, como buen correligionario no quise pescar en río revuelto, por no revelarme como inconsiderado, al arrojar esta pequeña astilla en la formidable hoguera que por doquier había encendido el proyecto general de presupuestos. Hoy más tranquilamente puedo hacerlo al tener ustedes más quietud de ánimo y poder prestar atención á los asuntos que siempre tienen importancia, pues revelan el incumplimiento de las leyes.

Hay en la provincia de Ciudad Real un pueblo bastante conocido en toda la comarca por sus luchas políticas y polacadas de caciques que en dicha localidad tienen montado el establecimiento y su nombre es el de Campo de Criptana. La arbitrariedad versa hoy sobre el juez municipal nombrado, al que no se le concede la vecindad solicitada en forma hace tres meses, por el motivo punible de estar de antiguo relacionado el culto y distinguido abogado don Francisco de Torres y Ayala (juez nombrado) con el respetable magistrado del Supremo excelentísimo Sr. D. José María Barnuevo, senador electo por la misma provincia; digo senador respetable, porque vela por el cumplimiento de las leyes y la consideración á las personas, y porque si de algo disfrutamos los electores de estos desgraciados pueblos en positivos y futuros beneficios, es debido á su influencia é interés por el distrito. «Y vamos á la arbitrariedad, señores ministros».

Aquí finaliza la parte introductoria. Seguiremos mañana desgranando esta jugosa carta – crónica de un tiempo criptanense de allá por mediados de julio de 1899, cuando todavía España estaba en plena resaca del desastre del 98.

El Sr. Dato es, por supuesto, Eduardo Dato (1856-1921), también conservador, que en aquel tiempo en que se escribió la carta fue ministro de Gobernación.  El Sr. Durán y Bas es Manuel Durán y Bas (1823-1907), el político conservador que por aquel tiempo era ministro de Gracia y Justicia (a finales de octubre de ese mismo año de 1899 dejaría de ostentar tal cargo).

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO