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Después de merodear unos días entre palomas, palomares y «déjà vus» nos vamos hoy atrás en el tiempo, y nos situamos en el año 1875. Un episodio de la historia de la enseñanza nos sitúa en ese tiempo, pues fue por aquel entonces que la Junta Provincial de Instrucción Pública de Ciudad Real decidió ponerse manos a la obra y poner a funcionar las «escuelas de adultos y adultas» establecidas en la provincia. Al respecto, se publicó un anuncio en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 11 de octubre de ese año. Dice así su texto, en el que mantenemos, como es habitual en nuestra práctica, las peculiaridades gráficas del original:

En vista de la necesidad urgentísima de que se abran al público las Escuelas de adultos y adultas establecidas en la provincia, á fin de que los jóvenes que, víctimas del egoismo, de la ignorancia ó de la miseria, puedan, en horas compatibles con sus cotidianas tareas, adquirir la instrucción que dejaron de recibir en la niñez ó que después olvidaron; esta Junta encarga muy especialmente á los señores Alcaldes, Presidentes de las locales de primera enseñanza de los pueblos insertos al pié de esta circular, que no hubiesen dado parte aún de hallarse ya funcionando tan útiles establecimientos, lo verifiquen sin demora; no dudando de su ilustracion y celo harán los más incesantes esfuerzos para que la concurrencia á los mismos sea todo lo más numerosa posible, á fin de que la poblacion obrera é indigente adquiera aficion al trabajo, hábitos de órden, de subordinacion y de economía para hacerse acreedores al aprecio y estimación de sus semejantes.

Y se citan a continuación los pueblos que sostenían Escuelas de Adultos. Entre ellos estaba Campo de Criptana y, entre los pueblos de los alrededores, también Argamasilla de Alba y Socuéllamos. No figura, sin embargo, Campo de Criptana entre los pueblos que sostenían Escuelas de Adultas, listado que, por lo demás, es mucho más reducido que el de adultos.

En contraposición a todos aquellos que no se habían podido permitir el lujo que suponía en aquel tiempo la asistencia a la escuela, ese mismo número del Boletín publica en su primera página el listado de mayores «Contribuyentes por Territorial» de la provincia de Ciudad Real. Encontramos en primer lugar al «Excmo. Sr. Conde de las Cabezuelas», que contribuía por dos pueblos: Alcázar de San Juan, con una cantidad de 18.140 pesetas, y de Campo de Criptana, con una cantidad de 5.619. Y así, en total, la Cuota para el Tesoro correspondiente a la contribución del Conde de las Cabezuelas era de 23.759 pesetas.

Y respecto al texto del Boletín sobre las escuelas de adultos y adultas, la intención, por supuesto, es buena… pero aquello de los «hábitos… de subordinación» queda muy en consonancia con la sociedad de la época.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO