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El Chozo del Rey: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)
Dejábamos ayer al caminante en el Camino de la Mota, allí, en el paraje del Chozo del Rey. Se detuvo el caminante y contempló. Y vio allí, a la izquierda del camino, el llamado Chozo del Rey, sus ruinas, pero quizá también un esplendor de otros tiempos que pudo imaginar. Estamos, quiérase o no, rodeados de decadencias, de aquello que fue en otro tiempo y hoy ya casi no es. Contempla el caminante ese chozo y pide a sus piedras que hablen, y que cuenten su historia, que cuenten cómo fue la vida allí en otros tiempos. Es una ruina el Chozo del Rey, pero una ruina que aún permite al caminante imaginar y comprender… que el tiempo pasa para todos, y que nadie escapa. A lo mejor queda allí memoria de viandantes de otros tiempos, de viajeros que hacían el camino de Campo de Criptana a Mota del Cuervo, cada uno con su afán, cada uno con su trajín. Hoy este camino, tan principal y tan vital en otros tiempos, ha quedado relegado a un lugar marginal, como casi todos, incapaz de competir con las carreteras. Pero todavía puede sentir el caminante con sus pies sobre él, si cierra los ojos y respira hondo, el rumor de viajeros de otros tiempos.

En el Cerro Lobero: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)
Que mire el caminante hacia el sur. Verá allí, por los campos, serpenteando, la Vertiente del Salobral que en estos días de lluvia, a lo mejor incluso hasta tendrá agua. Que mire un poco más a lo lejos, y podrá ver los parajes llamados La Perogila y La Losilla, y al poco la carretera, la N-420, la culpable de la tranquilidad actual de este camino, la culpable de la tranquilidad de todos los caminos, para decir la verdad. Y que mire un poco más allá, más lejos, pero no mucho… no sea que acabe contemplando Despeñaperros, y a lo mejor puede ver el lugar de nombre de mal agüero, de nombre de mal fario… la Cañada del Muerto. Los topónimos son así, caprichosos… pero a lo mejor no tanto como nos podríamos pensar. Los antiguos pusieron estos nombres y la consuetudo los perpetuó, y allí siguen hasta hoy. No pidamos a la toponimia razones ni explicaciones; seguramente no las encontraremos, pero éstas son como las meigas… que haberlas haylas.

Paisaje: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)
Y que mire el caminante hacia el norte, y que aguce su vista, porque le hará falta. Allá, entre colinas, entre olivos por todas partes, verá, si se tercia, el Cerro Lobero. Muchas veces se lo hemos advertido al caminante… cuidado con los lobos, que si se llama Cerro Lobero será por algo, que los antiguos, como ya hemos dicho, se equivocaban poco a la hora de nombrar parajes.
Tiene que seguir su camino el caminante… hacia dónde vaya no lo sabemos, pero conociéndolo lo más probable es que tome el rumbo más inesperado. A este paso, así como quien no quiere la cosa, a lo mejor da la vuelta completa a todo el término municipal criptanense… pues de él nos podemos esperar cualquier cosa.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO