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Pensaba el caminante seguir su rumbo por el camino de Argamasilla de Alba a El Toboso, hacia el sur, hacia el paraje de Los Arenales. Cruza el camino sobre el ferrocarril, por un puente hoy, en otros tiempos, suponemos, por un paso a nivel, o un paso, a secas, más o menos entre los kilómetros 163 y 164, más cerca del segundo que del primero. Hace aquí el ferrocarril de límite entre toponimias. A un lado, al noreste, el lugar se llama, como hemos dicho, Los Arenales, y al sur se encuentra el lugar llamado El Toconar, y cerca el de la Vereda.

Con Criptana al fondo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Se vuelve al caminante al pasado, al año 1886, y comprueba que, tal y como consta en el mapa del Instituto Geográfico Nacional, hubo allí, cerca del camino, hacia el kilómetro 164, una «Casilla». ¿Seguirá el caminante y cruzará las vías del ferrocarril o se hará otra cuenta? Se detiene y piensa. Y decide cambiar su rumbo. Toma, antes de llegar al ferrocarril, un poco antes por el camino que sigue, un desvío a la izquierda… toma el Camino de Carralero, hacia el sureste. Ya está cerca el río, pero antes de llegar a él encontrará el caminante mucha casas… como la de Ignacio Rijas, y más allá la de Manuel Quiñones, y la de Manolito Amores, y también la Casa de Perico, allí un poco más lejos, y el Cocedero de José el Sastre, y la Casa de José Vicente Beamud. Encontrará todos estos topónimos el caminante en su viejo mapa, pero que no los busque en el mapa moderno. No aparecen. Puede que algunas de estas casas ya no existan, y quizá hay otras nuevas donde en otro tiempo no las hubo. En esto de las casas el destino siempre es sorprendente, y la que menos se espera se mantiene en pie allí, en los campos, impertérrita ante los avatares de los acontecimientos y las inclemencias del tiempo.

Junto al ferrocarril: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Ha seguido el caminante su camino, ha seguido el de Carralero y se ha plantado, así como quien no quiere la cosa, en la vía del ferrocarril. Estamos entre sus kilómetros 166 y 167. Allí confluyen dos caminos, el de Carralero y el Carril de la Cubeta, que hacia el este ya se adentra en el término de Pedro Muñoz, siempre sin dejar de mirar al río que aquí es, con agua o sin agua, accidente geográfico de referencia fundamental. Allí aparece en el mapa de 1886 la Casa de José Vicente Beamud, y casi al lado, otra Casilla del ferrocarril. El mapa moderno es pobre en topónimos. Recoge sólo, por aquellos lugares, el Cocedero de Alcázar, y un lugar llamado «Huerta de Dámaso», y poco más. Por suerte al caminante siempre le quedará la vieja toponimia, la de siempre, la que ha quedado en el recuerdo de la vox populi que en estas cosas es auténtico vivero de la memoria.
Dejamos en suspenso lo que ocurra mañana. El caminante es imprevisible en sus destinos. Ya veremos.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO