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Seguimos en el puente: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

A lo mejor ya es hora de que el caminante abandone las tierras ribereñas del Záncara y busque nuevos destinos. Ciertamente, bastante tiempo ha echado ya en ellas, en observarlas, en buscar el final de la llanura, en lamentarse por esa aridez desesperante de un cauce que en otro tiempo rebosó en aguas. Dirigirá sus pasos hacia el sur, porque hacia el sur se extienden las tierras del término de Campo de Criptana. Se extienden como una lengua larga, casi, casi, hasta Tomelloso… a un lado Alcázar de San Juan, y al otro Arenales de San Gregorio primero, y luego Tomelloso. ¿No te lo crees, lector? Pues créetelo. Lo hemos medido. Hay unos 17.500 metros, es decir, 17 kilómetros y medio, desde el Puente de San Benito en línea recta hasta el punto en el que convergen los términos de Criptana, Tomelloso y Argamasilla de Alba. ¿Y de anchura? Pues de anchura, más o menos a la altura de Alameda de Cervera, 4.380 metros. Hágase el lector idea, por tanto, de cuán larga y estrecha es esta lengua de tierra criptanense que se adentra hacia el sur, casi hasta las calles mismas de Tomelloso.

Una trinidad de caminos podrá llevar al caminante hacia el sur. Un camino es el de Campo de Criptana a Tomelloso que es, también, el que hace de frontera entre el término criptanense y el de Arenales de San Gregorio. Otro es el camino de Argamasilla de Alba a Campo de Criptana, y el otro es el Alameda de Cervera al Puente de San Benito.

En éstas cae en la cuenta el caminante en lo importante que fue en otros tiempos este Puente de San Benito, reducido hoy a un papel marginal en la red de comunicaciones de la comarca. Ahora se da cuenta el caminante de que todo viajero que quisiese hacer el trayecto desde Campo de Criptana a Tomelloso, a Arenales de San Gregorio, a Argamasilla de Alba y a Alameda de Cervera… todo viajero tenía por fuerza que pasar por el puente. Por eso este puente fue siempre punto estratégico, puente que había que mantener por todos los medios, puente que había que arreglar cuando la desidia del tiempo y del hombre lo dejaron de lado.

Sobre el puente: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Piensa entonces el caminante en cuántos viajeros han hollado este puente durante siglos, cuántos lo han cruzado en una u otra dirección y han mirado al río. Y a lo mejor si era verano, incluso, se han bañado en el río, o han cogido de su agua para beber, o han pescado… nunca se sabe, porque las ocurrencias de los viajeros pueden ser muchas y variadas, tantas como la necesidad cuando apremia. Bien podría decirse en otros tiempos que todos los caminos que desde el sur venían a Campo de Criptana… todos pasaban por el Puente de San Benito. Y entonces al caminante le viene una idea a la cabeza. No seguirá hacia el sur, sino que volverá a cruzar el río, hacia la orilla norte, y luego de nuevo hacia la ribera sur. Es entonces cuando, por un momento, se siente el caminante eslabón de la historia, uno más de aquellos innumerables viajeros que durante siglos por allí han pasado. Se quiera o no, se es parte de la historia, de una manera u otra, y para bien o para mal.

Se resiste el caminante a dejar el Puente de San Benito, a pesar de que, al comienzo de este artículo, pensábamos que retomaría su camino. No se pueden hacer cábalas con este caminante, ni se pueden adivinar sus destinos.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO