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Ahora sí, ahora sí que el caminante dejará el río Záncara y sus riberas. Le está costando trabajado hacerlo. Hay que reconocerlo. Pero ha llegado la hora de hacerlo; no puede estar en el Puente de San Benito para todos los siempres.

El río Záncara: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Toma el camino hacia el sur, y toma el principal, que es el de Campo de Criptana a Tomelloso. Es camino llano, son tierras llanas. Se diría que con la vista, a lo lejos, se puede ver casi el infinito. Son parajes luminosos en los días soleados, parajes brillantes, despampanantes. No se cansa e caminante de mirarlos. Y sigue hacia el sur. Se va acercando, poco a poco, a la Acequia de Socuéllamos o río Córcoles, como también se llama, o como se le conoce, sobre todo en Campo de Criptana. A lo mejor eso de Acequia de Socuéllamos es un poco postizo. A mí me gusta más «Río Córcoles», aunque de río tenga poco. Mejores tiempos ha vivido. Mira a un lado y mira a otro, hacia el norte, hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste. No se le escapa nada. Mira hacia el este, y ve a lo lejos la Casa de Perucho; mira hacia el oeste, y ve la Casa de Alarcón. Estas casas llevan allí desde casi siempre, por no decir siempre. Ya aparecían en ese lugar en el mapa del Instituto Geográfico Nacional de 1886. Y llega al río Córcoles. Ha recorrido el caminante, así como quien no quiere la cosa, unos dos kilómetros más o menos. Es un paseo corto, pero agradecido en lo que a paisajes se refiere.

Hay un puentecillo sobre el rio Córcoles. A lo mejor no llega a ni siquiera a puente, porque en esto de los puentes también hay clases, y hay de primera, de tercera, y a lo mejor también de cuarta. El Puente de San Benito es de primera; éste sobre el Córcoles a lo mejor de cuarto o de quinta, pero cumple su función, que es lo importante. Estamos en tierras bajas. Más o menos por el paraje de la Casa de Lara la altura sobre el nivel del mar no es más que de 641 metros, muy poco si se compara con otros parajes de Campo de Criptana situados más al norte. Tiene el cauce del Córcoles montículos a los lados. A lo mejor en otros tiempos hasta se desbordaba y todo, y a lo mejor hasta inundaba las tierras aledañas. Eso ocurría. Me lo han contado e incluso echaba a perder alguna viña que otra. «Se ha cocido (la viña)», decían. ¿Quién lo diría hoy a la vista de su cauce seco?

En la infinitud de la llanura: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2018)

Se para el caminante sobre el puentecillo, y mira hacia abajo. La maleza cubre el cauce seco; malas hierbas, y a lo mejor también algunas buenas, y algún arbolillo algo más allá. Donde hubo vida, vida queda. Sintió pena el caminante ante la vista del río Záncara seco; y siente pena ahora también cuando contempla el Córcoles. ¡Mi reino!… dice… ¡Mi reino por un río con agua! Pero no lo encontrará, ni siquiera aunque vaya hacia el sur, al encuentro del Canal del Guadiana. Tampoco tiene agua. El caminante se resigna, y mira hacia al sur, y piensa que en la ruta que seguirá luego, cuando deje el río atrás.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO