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Deja el caminante la sombra del árbol, limpia su copa y la guarda… hasta el champán de la una. Y retoma su camino. Tiene allí, a la vista el Canal del Gran Prior, o Canal del Guadiana, que serpentea hacia un lado y hacia el otro, y que ahora entra en término de Criptana y que luego se pasa a Alcázar de San Juan y que vuelve a Criptana y que ahora hace de frontera y que luego no. Y al final acaba en término de Argamasilla de Alba. Ahora está seco; bueno, mejor dicho, casi siempre está seco. No sé cómo nos las hemos arreglado por estas tierras que se ha conseguido así, como quien no quiere la cosa, secar todos los ríos, y un río sin agua, pues ciertamente, no es río ni es nada. Había, ya lo vimos así, un camino que hacía de frontera entre Campo de Criptana y Tomelloso primero, y luego entre Arenales de San Gregorio y Tomelloso. Se llamaba Camino de la Raya. Que no se despiste el caminante. Encontrará ahora al otro lado, hacia el oeste, el Carril de la Raya, que hace de frontera en Campo de Criptana y Argamasilla de Alba. Mira el caminante al otro lado, a este pueblo, y allí están sus parajes… la Casa de Miga, la Casa de la Caseja, nombre retorcido como el que más, La Parrilla, y quizá el más encantador de todos… la Casa de Ripios, y ya al norte, la Huerta del Juez. Eso es en lado de Argamasilla. En lado de Criptana seguirá el caminante el Camino de los Hitos de Castilla, topónimo rimbombante, como linajudo, como evocador de viejas justas de caballeros. Y dejará el caminante a su izquierda, en término de Criptana, la Casa de Quirós, y a la derecha el paraje de Lanzarote, y luego el de Casa Novillo, y más al norte el paraje de Tinadas. Es ya tierra de «bombos», y allí cerca hay un paraje que recibe el nombre tal… Bombo de Torres, y más allá el paraje de Papachelos. Todos estos lugares están situados entre el límite que separa a Criptana y a Argamasilla de Alba y la CM-42.
Es curioso, cómo en tan poco terreno se acumulan tantos topónimos, y tantos parajes diferenciados. Y no sólo los dichos… encontrará más el caminante a medida que avance hacia el norte, rumbo a Criptana. Allí ve el paraje de Ladero, más o menos a la altura del kilómetro 119 de la CM-42, y más allá el Tardío. Allí el canal del Gran Prior o del Guadiana ya está en tierras criptanenses, allí ha cruzado el Camino del Cuervo, que es de los radiales en la zona, y allí, un poco más al norte, verá el lugar llamado El Tardío. En este paraje la distancia entre el canal y la CM-42 sólo es de 1.430 metros de anchura. Es poco, pero desde la carretera apenas se puede vislumbrar el cauce seco.
Y se decide el caminante allí, en el kilómetro 113 de la CM-42, se decide el caminante a cruzar la carretera. Mira a un lado, mira al otro (su madre siempre se lo decía: «Antes de cruzar la calle mira a un lado y a otro, que el demonio siempre acecha»). No viene nadie. Y cruza, y llega, entre la tierra de los campos a la Casa del Esquilador, y allí hay un camino. Es el de Alcázar de San Juan, camino secular, camino viejo, camino de siempre, camino hollado por viajeros de muchas generaciones y por caballerías de las que no ha quedado noticia, pues no se les puso epitafio. A lo mejor en cuestiones de eternidad, el epitafio es lo de menos, digo yo. A lo mejor importa un bledo.
Y así, como quien no quiere la cosa, se encuentra el caminante en los predios del que fuera Marqués de la Real Piedad, Ramón Chico de Guzmán. Estamos en Marta, y mis queridas y siempre añoradas amigas, las hermanas del Valle,. lo saben muy bien, conocen muy bien el lugar que fue de sus antepasados. La Casa de Marta es casa grande, casa antigua que ya aparece en el mapa del Instituto Geográfico Nacional de 1886, y tenía hasta camino con su nombre… el Carril de Montarroz a Marta. Es la Casa de Marta cruce de caminos, encrucijada de destinos y a lo mejor de vidas, y de generaciones. La tierra, en el fondo, es muy agradecida, si se la mima como se debe.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO