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Alcázar de San Juan, Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, campo de criptana, Discordia, El Albardial, Frontera, Gobernador, Guardería rural, Instituto Geográfico Nacional, La Cañamona, Mojón, Paraje, Pozo de El Albardial, Vecino
Ahora que anda el caminante por los parajes de El Albardial y de La Cañamona, en término de Alcázar pero ya pegando al criptanense, cae en la cuenta de una pequeña historia ocurrida hace ya mucho, hace ya, nada más y nada menos, que 128 años, más o menos por el tiempo, un poco después, en que el Instituto Geográfico Nacional publicó el mapa correspondiente a estas tierras.

Buscando el pozo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Fue allá por 1890 que un pozo famoso situado en aquellas tierras, el del Albardial, fue objeto de discordia entre dos pueblos. Fue en tiempos en que los pozos aún se miraban como el mejor y más preciado bien, y sus aguas eran valiosas, tanto como el oro, a lo mejor más, incluso. Ocurrió que iban los vecinos de Alcázar de San Juan a proveerse de agua a este pozo, y esto no gustó en Campo de Criptana. Se buscó en el ayuntamiento de Campo de Criptana llegar a una prohibición explícita para que aquello no ocurriese. Y esto ocurría porque aún no se había establecido una frontera clara entre los dos pueblos, y el pozo, por tanto, caía en tierra por los dos reivindicadas. Al final cayó el pozo en la parte del término de Alcázar, pero entonces, en 1890, el mojón 6, que era el que determinaba los límites, situaba el pozo en término criptanense. El Ayuntamiento criptanense envió a su guardería rural para que prohibiese a los vecinos de Alcázar sacar agua de aquel pozo durante un día, y se pidió al gobernador de la provincia que intermediase en el asunto.
Y al final el pozo quedó en término de Alcázar. ¿Dónde ha leído esto el caminante? Ahora cae en la cuenta. Se enteró por el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real del 22 de agosto de 1890. Ah, sí, y luego lo leyó en este mismo blog, en el artículo titulado La discordia de El Albardial (Campo de Criptana 1890).
Todos los paisajes, todos los lugares, tienen varias lecturas, a lo mejor, incluso, hasta lecturas infinitas. Y así, el caminante evoca viejas historias en este lugar, evoca vivencias, evoca nostalgias y recuerdos, y le viene a la mente un tiempo en el que las fronteras entre pueblos aún no estaban del todo delimitadas, y ocurrían muy a menudo casos como el hoy narrado.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO