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Nos está dando para mucho esta serie, que ya con esta entrega va por la vigésimo tercera, que vamos, a este paso, a llegar al mes de economías varias criptanenses en 1930. Se está el que escribe quedando completamente sorprendido ante la variedad y pluralidad económica del Campo de Criptana de aquel año. Lo hemos dicho ya muchas veces, y no conviene dejar de reiterarlo… que había en Campo de Criptana de todo, de todo lo que se pudiese necesitar y buscar en aquel tiempo. Incluso podía encontrar el comprador pólvora, pues también había un negocio dedicado a ella en Campo de Criptana.
Retomamos donde lo dejábamos ayer, es decir, continuando en la “p”, letra prolífica, letra ricamente representada en el vocabulario español, letra muy oclusiva, como la que más, y además, sorda, que no es poco. En esto la “p” es letra con presencia y con mucha prestancia, letra contundente, letra que impone. Eso hay que reconocerlo, guste o no, y suponemos que estarán de acuerdo los defensores a ultranza de oclusivas sonoras, como la “b”. En esto de las oclusivas, no se sabe nunca a lo que pueden llegar las oposiciones entre letras.
Retomamos a partir del material que encontramos en la Guía industrial y artística del centro: Madrid, Ávila, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Segovia, Toledo, publicada en aquel año de 1930 del que nos estamos ocupando. Terminamos, como decíamos en el título, las entradas de la “p”, con la única que nos quedó ayer suelta, y comenzamos con la “r”… con las relojerías, que ya va siendo hora de empezar, que se hace tarde, que llega la noche, que incluso puede haber tormenta.
Procuradores:
Bienvenido Gómez
Ignacio Olivares
Rafael Treviño
Relojerías:
Antonio Anento
Francisco Cuadra
Aufiono (sic, por “Anfiono”) Ortiz
Y como no es conveniente ni de buen gusto dejar una entrada suelta, en este caso de la “r”, la incluimos aquí también para concluir el artículo. Es el capítulo de:
Representantes:
Fernando Arias
Y ahora sí que terminamos ya el artículo, que nos ha salido redondo como una oclusiva o puntual como un reloj. Y ya que hablamos de relojes nos planteamos de nuevo una pregunta persistente, incómoda quizá, en este blog: ¿Quién roba un reloj… roba también el tiempo? Ahí queda eso.
JOSÉ MANJUEL CAÑAS REÍLLO