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Antonio Muñoz, Apellido, Ávila, campo de criptana, Ciudad Real, Cuenca, Economía, Francisco Alarcón, Francisco Iniesta, Guadalajara, Guía industrial, Inocencio López, Inocente Bustamante, Julio Carmona, Madrid, Miguel Campo, Oficio, Raimundo Roldán, Segovia, Toledo, Valeriano Alarcón, Zapatería
Se va acercando el final de esta serie que ya, como quien no quiere la cosa, va por la entrega trigésimo primera. Pero todo llega a su fin; todo, al fin y al cabo, es fugaz, todo tiene un principio y un final. Reconoce el que escribe que le dará un cierto no sé qué llegar al final de estos artículos que tanto y tanto nos han dado durante un mes, tantos nombres, tantos oficios, tantas imágenes, tantas imágenes en blanco y negro del pasado conservadas en la memoria. Ayer, con la segunda parte dedicada a los vinos, concluíamos la “v”, pero, hay que decirlo con cierto orgullo, porque el capítulo lo merecía.
Y hoy pasamos, como es natural y como se puede deducir por el orden alfabético, a la “z”, y en ella encontramos, en primer lugar, el capítulo de “zapaterías”. Seguimos, como es habitual, la Guía industrial y artística del centro: Madrid, Ávila, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Segovia, Toledo, del año 1930. He aquí, pues, las zapaterías en Campo de Criptana en 1930:
Francisco Alarcón
Valeriano Alarcón
Hijos de Inocente Bustamante
Miguel Campo
Julio Carmona
Francisco Iniesta
Inocencio López
Antonio Muñoz
Raimundo Roldán
Y ya, ya estamos en el final de este recorrido por el panorama económico criptanense en 1930. En la Guía viene a continuación “Cañada de Calatrava”, pero esto ya es harina de otro costal y aquí, en este momento y en este contexto, para decir la verdad, no nos interesa mucho.
Así, de la “a” a la “z”, ha pasado el tiempo, han desfilado nombres propios, hemos encontrado apellidos de pura raigambre criptanense unos, otros quizá más raros y hoy ya ausentes de la localidad, y hemos recordado oficios en otros tiempos esplendorosos, necesarios para la vida cotidiana, pero hoy desconocidos. El que escribe conoció aún, hace ya mucho, algunos de estos negocios, aún abiertos al público, cada día, en su horario comercial… establecimientos como congelados en el tiempo con ese encanto que proporciona la decadencia de lo que está fuera de su época.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO