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Volvemos al vino… o mejor dicho, seguimos en el vino, tema recurrente en este blog, tema vital en la economía criptanense, y también en el panorama económico de La Mancha. Se asombra el que escribe por todo el de sí que da la cuestión, sobre todo en aquellos años veinte del siglo XX, momento en el que precisamente la industria vinícola se enfrentó a sus mayores retos. Y se unió, y fue unida al gobierno para hacer llegar sus reclamaciones. Ocurre la mayor parte de las veces que la política es dura de oídos, es sorda, digamos para ser más exactos, y está a sus cosas cual niño con yoyó, tranquilo y ausente, mientras un terremoto sacude la tierra.

Allá por enero de 1926 la situación se recrudeció, y los vinicultores manchegos dieron una vuelta más a la tuerca. Y hubo consecuencias. Comenzamos con la visita que hizo un alto cargo del ministerio de Fomento Campo de Criptana y a Socuéllamos en enero de 1926. De ella nos da noticia el Diario de Ibiza, del 20 de enero de 1926, en los siguientes términos:

En el rápido de Alicante marchó ayer acompañado de numerosos amigos y representantes de la Prensa, el director general de Agricultura, señor Vellando, a Socuéllamo (sic) y Campo de Criptana, para asistir a los actos organizados en su honor por los vitivinicultores manchegos.

Puede que esta visita tuviese el objetivo de contentar a un ramo que por aquel entonces estaba bastante enfadado con el gobierno. Unos días antes, Emilio Vellando, el director general de agricultura, se había reunido con una comisión de vitivinicultores manchegos. Nos lo cuenta el periódico El Liberal, del 5 de enero, en un artículo titulado “La crisis industrial. Han llegado a Madrid más de mil vitivinicultores manchegos para entregar al gobierno diversas peticiones. Los créditos a los vitivinicultores”. Dice así:

Presidida por D. Emilio Vellando, ayer llegó a Madrid una Comisión de vitivinicultores manchegos, en la que figuran representantes de La Roda, Socuéllamos, Villarrobledo, Campo de Criptana, Alcázar, Pedro Muñoz, Herencia y Tomelloso, con sus alcaldes, en número que pasa del millar.

Los comisionados se dirigieron al ministerio de Fomento para hacer entrega al conde de Guadalhorce de las conclusiones aprobadas por la Confederación nacional de vitivinicultores en diversos actos públicos y últimamente en la asamblea de Socuéllamos.

El ministro prometió apoyarlas ante el gobierno.

En manifestación correctísima, por el paseo del Prado y carrera de San Jerónimo, marcharon los comisionados a la Presidencia y al ministerio de la Gobernación, donde entregaron copias de las referidas conclusiones, dispensándoles grata acogida los señores Martínez Anido y Primo de Rivera.

El presidente dijo que conoce bien el asunto y le concede una gran importancia. Por eso en la ponencia que en uno de los últimos Consejos entregó a los ministros para que propusieran soluciones sobre diversos problemas figura el del vino, y ahora verá el modo de incluir algunas de las peticiones formuladas; pero adelantó su juicio de que el vitivinícola es un problema de superproducción.

Problemas muchos, sin duda, en una industria que estaba en plena expansión y ebullición, que buscaba nuevos mercados y nuevas posibilidades. Eso ocurrió en la vinicultura manchega y también en la criptanense en aquellos años veinte. Y llevaron los industriales vinicultores sus exigencias al ministerio, pero no sabemos si se tuvieron mucho en cuenta o no. Entre los principales en aquel movimiento vinícola estaba José Simó, prestigioso bodeguero criptanense. Pero no era el único. Había muchos más. Mañana veremos qué exigencias se presentaron.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO