Etiquetas

, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Ruinas: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Ruinas: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

En un artículo que publicamos el 11 de febrero de 2014 en este mismo blog, titulado El Balneario del Carmen (Campo de Criptana 1924), veíamos las excelencias de este lugar a partir de la publicidad que de él hacía un anuncio que apareció en el periódico local Alerta, en el número extraordinario de las Ferias y Fiestas de 1924. Como veíamos, estaban estos baños situados junto a la carretera N-420 de Campo de Criptana a Pedro Muñoz. Era un balneario, según nos dice el anuncio, de «manantial inagotable» y de agua «fuertemente mineralizada». Había baños fríos y calientes, con «cómodos cuartos con excelentes pilas de baños». Todas las comodidades de la época se daban cita allí. Había cuadras para las caballerías de los clientes, había «servicio de refrescos, cervezas, vinos y gaseosas», e incluso «fiambres para meriendas». Con esto veíamos cómo era hace unos noventa años el único balneario criptanense.

La venganza de la naturaleza: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

La venganza de la naturaleza: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Pero como el tiempo pasa inexorablemente y todo lo aja y el hombre contribuye en lo que puede a ello poniendo de su parte las más de las veces para destruir más que para construir, casi nada queda de aquel paraje idílico de otros tiempos. Nadie diría, en aquel lugar, que tuvo tanta y tan activa vida social en aquellos tiempos, que el agua era el auténtico tesoro y que además era agua mineralizada y con propiedades beneficiosas para la salud. Y eso es lo que hoy se encuentra el caminante que va detrás de las huellas del pasado, del brillo de aquellos tiempos lejanos, buscando una brizna de recuerdo de lo que aquello fue y ya no es: Ruinas y abandono… ni sombra de lo que en otros tiempos fue.

Quedan algunos muros, quedan unas tinajas y curiosamente queda aún el manantial. Si algo tiene de bueno el abandono es que la naturaleza reconquista su territorio perdido, y que los árboles lo han ido cubriendo todo y que al menos el paraje no puede dejar de evocar «paraísos perdidos» a ese caminante que, sorprendido, hasta teme poner allí su pie para no quebrar ese silencio abrumador sólo roto de vez en cuando por los ecos de la cercana carretera. Son dos dimensiones, dos espacios y dos tiempos: La carretera y su velocidad contemporánea, y las ruinas de los baños, la naturaleza reconquistada.

El precio: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

El precio: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Ubi sunt? Me pregunté a la manera medieval allí presente. ¿Dónde están aquellas glorias termales del pasado? Quizá la memoria de la tierra, aquella de donde manaba y mana el agua, tenga la respuesta y nos cuente cómo fue en otros tiempos aquel pequeño paraíso en Campo de Criptana, aquel paraje imposible para el caminante que atónito aún cree escuchar allí los ecos del pasado. Y mira el caminante enfrente, y allí tiene el cementerio, que sabe mucho de olvidos.

El tiempo todo lo borra. Tuvo antaño Campo de Criptana unos baños, «Los Baños del Carmen». Hoy ya ni el nombre queda.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO