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Cerca del paraje de Cuadrillas: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2017)

Cerca del paraje de Cuadrillas: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2017)

Hoy no podríamos imaginar el paisaje criptanense, su llanura y sus campos, sin la línea de ferrocarril. Mira uno desde el cerro de la Virgen de Criptana, mira uno a lo lejos, mira uno hacia el horizonte, y entre los campos ve esa línea gris, casi imperceptible. Mira uno y piensa que todo ha sido siempre así. Pero de repente uno se para y piensa… No, no ha sido así siempre; es así desde mediados del siglo XIX, cuando todo se preparó para que los primeros trenes surcasen el término criptanense en marzo de 1855. Ayer, como quien dice. Nos quedábamos ayer en el paraje de Cuadrillas, allí donde confluyen tantos y tantos caminos criptanenses. Eso cae, más o menos, a la altura del kilómetro 160 de la línea del ferrocarril. Decíamos ayer que un poco más allá, hacia Criptana, a medio camino entre los kilómetros 159 y 160, el ferrocarril corta el camino de Campo de Criptana al Batán.

Ya se ve Criptana, a lo lejos, aunque no tan lejos. Ya se ve su caserío. En 1866, año en que se publicó el mapa que nos sirve de base, el del Instituto Geográfico Nacional, ampo de Criptana era pueblo ya grande pero recogido, con forma de avellana, caserío de casas blancas y tejados de teja árabe, con iglesia monumental y torre con reloj y todo, torre, según se decía entonces, que era de las más altas de la provincia. Y mira uno con detenimiento, y ve el caserío blanco tumbado sobre la ladera de la Sierra… el “halda de la Sierra”, como le dicen sus vecinos. Avanzamos por la línea del ferrocarril, con Criptana al fondo. Llegamos al kilómetro 158. Nada importante que reseñar, excepto que dejamos a la izquierda el Camino de Campo de Criptana al Molinillo y a la derecha el del Batán. Miramos con atención. A lo mejor vemos una galera en el polvo del camino, o a algún que otro caminante. Nunca se sabe. Los caminos siempre guardan sorpresas.

Desde el ferrocarril: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2017)

Desde el ferrocarril: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2017)

Seguimos un poco más. Estamos cerca del kilómetro 157 de la línea férrea, pero un poco antes hay una casilla, justo en el lugar en el que el ferrocarril corta el camino del Molinillo. Ya que estamos en éstas, vamos a contar cuántos viejos caminos corta el ferrocarril con esa chulería que caracteriza a los avances técnicos. Contaremos desde la estación en dirección a Alicante. Primero, el Camino del Quemadar, luego el de Campo de Criptana al Molinillo, y el del Batán, y el de Argamasilla de Alba a El Toboso, y el Camino a la Cana, ya cerca del río Záncara. Son muchos, ciertamente. Allí, en el kilómetro 157, nos quedamos hoy. Mañana a lo mejor llegamos ya a la estación de Criptana… o a lo mejor no. Nunca se sabe. Reconoce el que escribe que le embelesan estos paisajes, y estos parajes, y estos topónimos, y estos caminos y estos campos.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO