Etiquetas

, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Seguimos avanzando en el alfabeto que, en esta serie tan larga, nos sirve de hilo rojo para ir desgranando poco a poco los diferentes aspectos que configuraban la economía criptanense allá por 1930. Hay letras que pasan fugaces, a lo mejor como la vida misma. Ayer vimos la “s”. La “s” es una de esas y ayer, así como quien no quiere la cosa, nos la merendamos. Hoy pasamos siguiendo el orden natural de las cosas, en este caso del alfabeto, a la “t”, que es letra contundente, sorda como ella sola.

Nos basamos, como es habitual en esta serie, en la Guía industrial y artística del centro: Madrid, Ávila, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Segovia, Toledo, publicada en 1930. Y nos va a dar muchas alegrías la “t” en estos casos, que corresponden a los talabarteros, y a los tejidos:

Talabarteros:

José María Flores
Juan José Herencia
Sebastián López
Domingo Ramírez
Emeterio Sánchez
Hilario Velasco

Tejidos:

Adolfo Bernalte
Domingo Esteso
Santiago Guijarro
Aurelio López. Tlf. 47
Santiago Luján
Ricardo Rosines
Agustín de la Vega

Nos han salido hoy los talabarteros, oficio hoy desaparecido en Campo de Criptana y, suponemos que también, en casi todo el territorio nacional con pequeñas excepciones. Ha tenido el que escribe que recurrir de nuevo a su fuente de información para las palabras cuyo significado ignora, es decir, el DRAE, que nos da la siguiente acepción:

Guarnicionero que hace talabartes y otros correajes

Es decir, el oficio está relacionado con caballerías, en otros tiempos fundamentales para el transporte y las labores del campo, hoy sólo presentes en actividades de recreo. ¿Y un talabarte? ¿Qué es un talabarte? Nos lo dice también el DRAE:

Pretina o cinturón, ordinariamente de cuero, que lleva pendientes los tiros de que cuelga la espada o el sable.

Hace tiempo que el oficio desapareció en Campo de Criptana. Recuerda el que escribe vagamente una guarnicionería que había en la calle de la Virgen. Pero de esto hace mucho. También recuerda el que escribe el establecimiento de Bernalte, en la calle Cardenal Monescillo, pero de esto hace también mucho, mucho tiempo. El establecimiento de Aurelio López permaneció abierto hasta no hace mucho, como ejemplo de pervivencia. Con tantos recuerdos y nostalgias, a lo mejor es que el que escribe ya tiene sus años. La verdad es el que el tiempo pasa fugaz… más o menos como la “s” en el artículo de ayer.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO