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El río Záncara hoy: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

El río Záncara hoy: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

No era nuestra pretensión concluir esta serie sobre las toponimias gremiales en el artículo número 13. Pero así es y así lo ha querido el destino. Al menos, lo publicamos un domingo y no un martes, y esto al menos es un pequeño consuelo. Trece serán los topónimos gremiales de los que nos habremos ocupado en esta serie, pero puede que alguno se nos quede perdido por los recovecos del mapa y de la geografía criptanense. Por ello no excluimos la posibilidad de tener que ampliar esta serie en el futuro cuando sea necesario o, mejor dicho, cuando nos encontremos un nuevo topónimo que nos dé pie para ello.

Dejando a un lado triscaidecafobias varias, pasamos, pues, a escribir el último artículo de esta serie, que estará dedicado a la Casa del Artillero, asumiendo que en este caso «artillero» también vale como oficio. Podría ser discutible, pero puestos a ser heterodoxos y ya que hemos aceptado «arcediano», «rey» y «marqués» como designaciones de oficios, no iba a ser menos respecto a «artillero».

Quién fuese el artillero que dio nombre a la casa lo desconocemos. Hay, sin embargo, un dato a tener en cuenta necesariamente en este caso: en mapas antiguos no se recoge la «Casa del Artillero», pero sí la muy cercana «Casa de Amaro» (mapa de la 1ª edición del Instituto Geográfico Nacional, Iberpix), y «Amaro» se llama precisamente el paraje en el que se halla situada la Casa del Artillero. ¿Sería, pues, «Casa del Artillero» un topónimo de  forja reciente o, sencillamente, no fue incluido en el mapa en su momento?

El río Záncara en toda su gloria: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

El río Záncara en toda su gloria: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Nos situaremos en el término criptanense para localizar este lugar. Se encuentra en las tierras ribereñas del río Záncara, muy cerca del cruce del Camino del Portillo del Arcediano con el Camino del Prado. Transcurre este último camino paralelo al río, quedando entre ambos los parajes que reciben los nombres de El Cotillo y los Prados del Záncara, nombre poético éste como el que más, que nos evoca lugares paradisíacos quizá de otros tiempos no muy lejanos en los que el río abundaba en agua y su cauce desbordaba las tierras anejas sembrándolas de vida. Puestos a recorrer parajes de nombres poéticos, citemos, al otro lado del río y al sur de los Prados del Záncara, la «Casa de los Jardines». ¡Quién os ha visto o quién os ve, tierras del Záncara, hoy áridas y secas!

Se encuentra la Casa del Artillero a poco más de ochocientos metros de la orilla del río y a casi setecientos del límite con el término municipal de Alcázar de San Juan; entre ambos lugares se extiende el paraje de El Cotillo. Queda recuerdo por esos lugares de un vado, de uno de esos lugares que se utilizaban para franquear el río a falta de puentes. Es el Vado de Savín. Conviene ahora que demos los nombres de algunos de los parajes circundantes, como es norma y como es de rigor en esta serie. Así, lector, podrás localizarlos con más facilidad y, a la vez, podrás ser consciente de la riqueza toponímica de las tierras criptanenses. Se encuentra el oeste del lugar el paraje de Amaro, al sur el de El Cotillo, al este el lugar llamado de Arbolete y Portillo, y al norte el Carril de Amaro. Cerca de la Casa del Artillero se halla la elevación de Peribáñez, de 650 metros de altura sobre el nivel del mar.

Río Záncara... los buenos momentos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Río Záncara… los buenos momentos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

No abunda el paraje en casas. Aparte de la del Artillero y de la de Amaro, junto al río y pegada al límite con Alcázar de San Juan estuvo la Casa del Rano. Más al este, a poco más de dos kilómetros siguiendo el camino del Prado, se encuentra la Casa de Treviño, y hacia el norte la Casa de Cristo Rey.

Concluimos aquí artículo y serie. Esperamos, lector, que los recorridos que hemos hecho en estos días por parajes criptanenses haya sido de tu interés. Si alguna vez te echas al camino y en caminante te conviertes aunque sólo sea ocasionalmente, detente, al menos, de vez en cuando, observa con atención y recuerda por un instante que esos viejos nombres pueden haber estado durante siglos en boca de tus antepasados.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO