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De ese mar de viñedos del que hablábamos ayer, al lagar o a la bodega hoy. Puede que esta palabra, bodega, sea las más usada y la más común para designar al lugar de producción y almacenamiento del vino. Pero fijémonos en sus orígenes griegos, porque merece la pena. «Bodega» viene de la palabra griega αποθηκη, «depósito» o «almacén», en general. Son asombrosas las historias de esta palabra griega, porque también ha dado en español el clásico «botica», e igual en catalán, o la palabra alemana para farmacia, Apotheke, y apotek en danés, noruego y sueco, o incluso se encuentra en finés, apteeki, también para farmacia, y, con un significado diferente, aunque también comercial, en el francés boutique, para designar a una tienda. Se encuentra a veces la palabra «lagar» casi como equivalente de «bodega», pero «lagar» realmente hace referencia según el DRAE al «recipiente donde se pisa la uva para obtener el mosto» y, por extensión, al «edificio donde hay un lagar para uva, aceituna o manzana» (DRAE). Pero más clara es la definición que nos da el Diccionario de la Lengua Castellana de 1734 (pág. 350, 2):

LAGAR. s. m. Especie de estanque pequeño ó alberca, en donde pisan la uva. Tiene su canillero para que salga el mosto, el qual se recibe en una tina ù otra vasija, para conducirlo à las cubas o tinájas. Dixose de la voz Lago, Lat. Torcular.

Es de lagares en Campo de Criptana de lo que nos habla el Anuario Riera de 1904 al que hacíamos referencia ayer (pág. 1381), y no de bodegas, aunque, en mi opinión, por «lagares» se entienden también aquéllas. Vimos que, según este Anuario, había en Campo de Criptana en 1904 cuarenta y tres cosecheros y dos sociedades cooperativas. A ellos se une la lista de «lagares» de vino, de los que se citan treinta y cuatro nombres también para Campo de Criptana, además de las dos sociedades cooperativas citadas.

Encontramos algunos de los nombres ya citados ayer en el apartado de cosecheros, pero veamos ahora quiénes poseían lagares. Eran Manuel Amores, los «sucesores de Ignacio Artiñano», Miguel Calonje (sic), Francisco Casero, los dos «Castellanos (Jesús y Juan), Florencio Cruz, Miguel Enríquez de Luna, Hilarión Escobar, Florentino Escribano, José R. Fernández, José Ramón Hernández y hermano, Francisco Laurens (hijo), José Leal, Eugenio López, José López, María Melgarejo, los cuatro «Millanes» (Jerónimo, José, Santiago y Luis Millán), el marqués de Mudela, la viuda de Antonio Ocaña, la viuda de M. Olmedo, los tres «Ortices» (Ignacio, José Vicente y Valentín Ortiz) y un cuarto «Ortiz» (Hijos de Ortiz y Hermano), Felipe Palmero, Luis Penalva, Evaristo Quintana, Alfredo Ruescas, José A. Sánchez y Salvador Vento.

Se cita entre los propietarios de lagares de vino a los «Sucesores de Ignacio Artiñano». Recordemos que éste no es otro que el canónigo magistral de la Catedral de Burgos, bien conocido ya en este blog, Ignacio de Artiñano y Orbegozo, sorprendido por al muerte en una visita a sus propiedades de Campo de Criptana en 1903 y cuyos restos reposan hoy en la «Sepultura de los presbíteros» del cementerio de esta localidad (véanse: La inesperada muerte de Ignacio de Artiñano, Campo de Criptana, 1903; Más sobre la defunción del canónigo magistral de la Catedral de Burgos, Ignacio de Artiñano y Orbegozo, Campo de Criptana, 1903).

Y no acaban aquí las noticias sobre la vid y el vino de Campo de Criptana en 1904, pero las dejaremos para mañana… que ya es tarde.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO