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A este blog no he traído por el momento posts muy felices sobre los años 30 en Campo de Criptana, posiblemente porque hubo pocos acontecimientos dignos de considerarse felices. Y los vientos que soplaban no anunciaban que en los tiempos venideros algo fuese a mejorar. Cuatro Jinetes pertrechaban ya sus calamidades, afilaban sus armas y preparaban sus caballos, el blanco, el rojo, el negro y el bayo, para devastar España con su perdición durante tres años en un futuro por aquel entonces ya inminente, los Cuatro Jinetes del Apocalipsis: la peste, la guerra, el hambre y la muerte.

Cómo estaban las cosas por aquel entonces en Campo de Criptana (y no era la excepción ni un caso raro en España), lo podemos conocer por las noticias que tenemos de la marcha cotidiana de su Ayuntamiento, en su interminable desfilar de alcaldes que, cuando aún no habían calentado su silla, tenían que dejar el cargo que habían ocupado, a veces, durante no más de tres o cuatro meses. Y siempre los mismos volvían a la alcaldía, tras breves intervalos, en una repetición y alternancia que no podía ser sana para la sociedad y para el progreso de un pueblo. No parece haber sido el principal problema para Criptana este sinvivir consistorial, sino el modo en que esto repercutía en la vida diaria del pueblo, en su entramado social, en su economía y, en definitiva, en su progreso y en sus horizontes de futuro.

Uno de los casos más sonados ocurrió en 1930, y fue el protagonista uno de los últimos alcaldes criptanenses del periodo de la dictadura de Primo de Rivera. No fue especialmente buena la valoración que se hizo en la prensa sobre su mandato, ni sobre algún que otro comportamiento escandaloso e impropio de un edil, aunque el juicio se extendió también, justa o injustamente, a otros alcaldes criptanenses de la época. La noticia se publicó en el periódico El Sol, año XIV, núm. 4.044, del martes 29 de julio de 1930, y dice así:

Los munícipes de la Dictadura

ALCÁZAR DE SAN JUAN 25 (11 m.). – A instancias del director del periódico local «La Región» se están realizando diligencias sumariales ante el Juzgado de instrucción de esta ciudad contra el ex alcalde de la Dictadura en Campo de Criptana por el delito de amenazas de muerte.

Contra la actuación de los ex dictadores en aquella población está realizando el referido periódico una firma campaña de Prensa.

Es oportuno referir que el aludido ex alcalde fué el único que destituyó en España a su entrada en el Poder el Gabinete del general Berenguer, y que su salida fué celebrada por el vecindario en masa de Campo de Criptana con grandes manifestaciones de júbilo, y en su honor se celebró un jocoso entierro que tuvo una gran resonancia en toda esta región.

Se espera con verdadero interés la resolución que se adopte por los Tribunales.

El general Berenguer es Dámaso Berenguer y Fusté (1873-1953), presidente del penúltimo gobierno de la monarquía de Alfonso XIII. Tras la dimisión de Primo de Rivera en 1930, Alfonso XIII le encomendó la formación de un nuevo gobierno, pero las dificultades políticas del momento le obligan a convocar elecciones generales en marzo de 1931. Berenguer y todo el gobierno dimitieron el 14 de febrero de 1931. Respecto al «ex alcalde» citado, podamos quizá identificarlo, por las fechas y por  la expresión «alcalde de la dictadura», con Eduardo Cueto Subrit, que ocupó el cargo desde el año 1927 hasta enero de 1930. Habría sido éste, pues, el último alcalde de la dictadura de Primo de Rivera, siendo el primero de la época de Berenguer Faustino López.

Por cierto, según el Boletín Meteorológico de este periódico, el día anterior, el 28 de julio, hizo bastante calor. En Madrid llegaron a 34º y en Córdoba a 41º. Para que luego digamos «¡Qué calor está haciendo este año!» Supongo que como todos. Y para finalizar, una curiosidad publicitaria: uno de los productos que se anuncian en este número del periódico es la Lactina Chelvi, «facilita dentición, niños, mata lombrices. Caja, 1 peseta».

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO