Etiquetas

, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Hablaremos hoy de guerras de nuestros antepasados. Son esas guerras del siglo XIX, tantas y tan crueles como fueron, que han quedado en la nebulosa del olvido y en las tinieblas del pasado. Aquéllos que las vivieron ya murieron hace mucho tiempo, y murieron también sus hijos, y los hijos de sus hijos, y de aquellas guerras hace ya mucho que nadie habla, a excepción de los historiadores o de los estrategas militares. Sin embargo, hay muchas pequeñas historias humanas en ellas, bien es cierto que ensombrecidas por la gran historiografía de campañas bélicas y por acciones altisonantes. Esas pequeñas historias casi siempre son trágicas, y de ellas tenemos pocos datos; sólo algunas informaciones, quizá aisladas, probablemente demasiado asépticas, pero interesantes al fin y al cabo.

Hubo una guerra de nuestros antepasados en Marruecos, entre 1859 y 1860, que es conocida con el nombre de»Guerra de África», o «Primera Guerra de Marruecos». La declaró el entonces Presidente del Gobierno español, Leopoldo O’Donnell, a Marruecos por el ataque de un grupo de rifeños a un destacamento español en Ceuta. La intervención tuvo el apoyo de la mayor parte de los partidos políticos españoles y se convirtió en una cuestión de patriotismo. El resultado fue que España amplió y consolidó sus posesiones en el norte de Marruecos, pero también que murieron cerca de 8.000 soldados españoles en cuatro meses.

Entre los muertos y heridos podemos conocer los nombres de criptanenses. El Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 20 de abril de 1863 (pág. ), publica un listado con los nombres de soldados inutilizados en la campaña de África, que habían solicitado y habían sido incluidos en la distribución de donativos. En él encontramos el nombre de Artero Manzaneque, que había estado destinado en el Regimiento de León. Se le asignó un donativo de 338 reales de vellón. En la pág. 2 del mismo boletín se publica otro listado, en este caso más trágico:

Relación de los soldados muertos en la campaña de África, hijos de esta provincia, cuyos padres han solicitado y se les ha incluido en la distribución de donativos, con expresión de la cantidad que ha correspondido a cada uno.

De Campo de Criptana encontramos a Trifón Muñoz, padre de Ramón. El cuerpo en el que sirvió en vida Ramón Muñoz era el «Regimiento de la Princesa». Se le asignaron 146 reales de vellón. Y en la misma página, en el tercer listado que comprende la relación de soldados heridos en la campaña de África, encontramos citado a Juan Lucerón, también criptanense, que había servido en el cuerpo de la Primera Compañía de Cazadores de Cataluña. Se le asigna un donativo de 73 reales de vellón. Tres meses después, vuelve a aparecer citado en el listado que publica el mismo boletín, del 15 de julio, en este caso con el requerimiento de presentarse ante el capitán depositario del batallón provincial de Ciudad Real, para percibir bajo recibo la cantidad asignada. En este listado publicado el 15 de julio se cita, además, a otro criptanense, como herido en la guerra: José Olivares Rubio, que había servido en el cuerpo de Cazadores de Tarifa, también con una asignación de 73 reales de vellón.

Por lo demás, la vida continuó su curso cotidiano en el país, menos para los que se quedaron en la guerra y no volvieron; y también en Campo de Criptana, también menos para los que no volvieron. La vida seguía su curso. Meses después, el 28 de octubre de ese año, el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real publicaba la subasta pública de la obra del trozo del camino del Puente de San Benito desde el casco urbano hasta el ferrocarril (véase: El «Camino de la Puente», Campo de Criptana, 1863). Unos días después, tenía lugar un experimento agrícola en tierras criptanenses, acontecimiento del que da cuenta el mismo Boletín, en este caso del 9 de noviembre (véase: El experimento «Criptana», Campo de Criptana, 1863). Y Leopoldo O’Donnell obtuvo por su triunfo en aquella guerra el título de duque de Tetuán con Grandeza España… y luego se dio su nombre a una populosa y opulenta calle de Madrid, y a un túnel. Y la vida siguió su curso, menos para los que no volvieron.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO