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Ya son muchos los artículos que en este blog he dedicado a la desamortización de bienes eclesiásticos en Campo de Criptana. El caso más conocido es el del Convento de Carmelitas Descalzos, probablemente porque su iglesia nos recuerda constantemente lo que aquello fue y lo que pudo ser, y ahora ya no es (véase: Libros que fueron del Convento de Carmelitas Descalzos de Campo de Criptana en la Biblioteca de la Universidad Complutense). Sin embargo, revisando los boletines provinciales y diversas publicaciones oficiales de mediados del siglo XIX, encantamos otros muchos ejemplos, como ya hemos mostrado. Hoy, nosotros, en nuestra época, no podemos ni imaginar la gran cantidad de propiedades urbanas y rústicas que poseyó la Iglesia criptanense hasta aproximadamente 1850. La mayor parte de ellas pertenecía a encomienda de Criptana, es decir a la Orden de Santiago, bajo cuya jurisdicción eclesiástica estaba Campo de Criptana (véanse: Las sernas de la encomienda de Campo de Criptana, a subasta, 1841, I; Las sernas… II, y Las sernas… III). Otras pertenecían a diferentes instituciones: la Parroquia o su fábrica, diversas capellanías (de Sebastián Quirós, de Elvira Sánchez, de Ruiz Díaz de Loreto y Catalina Alonso, de Juan y Ana Flores, de Francisco Pintado, de Sebastián Arias, etc.), el Convento de Carmelitas, el Cristo de Villajos, la Virgen de Criptana, la cofradía de la Soledad, la Virgen de la Paz y la de la Concepción, San Sebastián, etc.
Hoy vamos a ocuparnos de un enclave que ha cobrado notoriedad en los últimos años: el pozo de nieve que se halla situado junto al santuario del Cristo de Villajos. Digo que ha cobrado notoriedad porque fue reconstruido hace poco tiempo. Y este pozo de nieve es, precisamente, una de las propiedades que se sacaron a subasta entre los bienes desamortizados en Campo de Criptana en un anuncio publicado en el Boletín Oficial de Ciudad Real, núm. 89, del lunes 17 de julio de 1848 (pág. 207). Este incluía, además, del pozo, otros bienes eclesiásticos criptanenses: la mitad de unas casas en la calle de Santa Ana, que era, al igual que el pozo de la nieve, propiedad del Cristo de Villajos; la mitad de otra casa, en la misma calle, que pertenecía a la Virgen de Criptana; una tierra en la Vega de Villajos, de dos fanegas, y otra tierra de 1 fanega y 9 celemines en la Laguna del Villar, ambas pertenecientes a la cofradía de la Soledad; un quiñón de 7 celemines, en el barrio de la Aduana y otra de 3 celemines, en el de la fuente, propiedad de las Vírgenes de la Paz y de la Concepción; una tierra de 4 fanegas y 6 celemines en Losilla, propiedad de San Sebastián; la casa de la calle «Liega» (errata por «Herriega»), perteneciente al Cristo de la Columna (véase: La subasta de la casa del Cristo de la Columna, Campo de Criptana, 1850); la escribanía pública, que pertenecía al Maestrazgo de Quintanar y la Casa Tercia, de la que tanto hemos hablado aquí (véanse: La «casa tercia», I: Campo de Criptana, 1846-1847; y La «casa tercia», II: Campo de Criptana, 1853). Respecto al citado pozo, el anuncio nos dice que era «Un pozo para nieve, contiguo al Santísimo [Cristo de Villajos]» y tenía una renta anual de 30 reales de vellón.
Algunos años después, en 1853, el Boletín Oficial de Ciudad Real, núm. 91, vuelve a hacer referencia a este pozo (pág. 387). Tenía el número 1.118 en el listado de bienes desamortizados, y se describía como «Un pozo de nieve contiguo al santuario con dos terrenos empedrados para descargadero de hielo», perteneciente al Cristo de Villajos. Se cita también a su último «colono» o arrendador, que había sido Andrés Alarcos. La renta anual era de 20 reales de vellón.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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